Andrés Iniesta dice adiós a la Copa del Rey con exhibición, gol y ovación

Decir adiós nunca es fácil, y más después de una vida entera viviendo en el FC Barcelona, pero para Andrés Iniesta el guión de su despedida no podía ser mucho mejor. Aunque siempre tendrá el borrón de la Champions, ha empezado a olvidarlo con la Copa del Rey, con una noche, esta sí, de las que siempre va a recordar.

Porque con el título número 31 de su carrera, la sustitución le sacó unas lágrimas que sonaron a confirmación, y por si los rumores no fueran suficientes, todos le abrazaron como si fuera el último día. Quedan unos pocos partidos para disfrutarle, y si son como el de este sábado, va a doler más dejarle marchar. Es puro espectáculo.

Iniesta dirige su Copa del Rey

Como si fuera un director de orquesta, el de Fuentealbilla se puso el traje azulgrana en un escenario que parecía preparado, con un Sevilla al que le temblaron las piernas al ver a su rival en el Wanda Metropolitano. Todos los instrumentos sonaron a la perfección, mientras el capitán deleitaba con sus ya habituales controles imposibles, arrancadas imparables y combinaciones de ensueño. 

Apoyado por Leo Messi y Philippe Coutinho, la sinfonía del manchego no tenía fin, y el equipo insistía e insistía contra un adversario roto. Al poco de empezar la segunda parte, hubo un silencio momentáneo, en el que todo pareció moverse a cámara lenta excepto el balón, que se frenó lo justo en las botas del argentino hasta llegar a las del '8'.

El pase del de Rosario lo convirtió en oro Iniesta, que con un simple amago dejó en el suelo a David Soria. Otro pasito hacia adelante y el gol, la explosión de la grada y la realidad que conectaba de nuevo, como colofón a toda una carrera. Todo en un mismo grito. Todo en una misma final. Todo en un mismo jugador.

La importancia de decir adiós

La ovación que recibió cuando le tocó ir al banquillo desató esas lágrimas del que tiene que poner un final pero irónicamente no sabe por donde empezar. Para Andrés será duro dar un meditado paso a un lado, y más cuando todos pueden ver que el fútbol tdavía juega al ritmo que él manda. 

Faltan pocos días para que lo diga de viva voz, pero mientras tanto nada borrará esa sonrisa que recuperó al levantar la Copa del Rey, una que es suya, y que todos abrazaron para agradecerle. Aún le quedan una Liga y un Mundial, pero la obra se acaba y todos lamentan no poderla disfrutar más. Eso no la hará menos perfecta, aunque sí la sellará como un tesoro. Otro tesoro del capitán.