Ernesto Valverde, un entrenador a la vieja usanza

Ernesto Valverde llegó a Barcelona como sustituto de Luis Enrique. Por delante, la obligación de mantener la excelencia en un proyecto que en los últimos dos cursos había sufrido a nivel continental varios reveses. El 'Txingurri' llegó con la máxima ilusión y la pretemporada fue de notable alto, hasta que el culebrón de Neymar y su definitiva salida lo nubló todo un poco. 

El varapalo en la Supercopa de España ante el Madrid hizo saltar las alarmas y la afición pidió por obligación fichajes. Llegó solo Dembélé y muchos se echaron las manos a la cabeza al considerarlo que se trataba de algo insuficiente. Pero ahora, tras seis jornadas de Liga y un debut en Champions rompedor, todo parece de color rosa en Barcelona.

El equipo no pierde, hay solidez defensiva, las líneas están juntas, Messi está motivado y hasta el banquillo aporta este curso. Como si de un guión de una película perfecta se tratara, Valverde vive un momento dulce, consciente de que en cualquier momento todo puede cambiar. 

Pero el 'Txingurri' está demostrando su capacidad para ejercer de entrenador puro. Sin desmerecer a su precedesor, Valverde tácticamente interpreta mejor el juego para colocar las piezas en el lugar oportuno y ejecuta rotaciones con más cabeza y menos riesgo que 'Lucho'. Un técnico a la vieja usanza, que aprovecha las bandas y no quiere complicaciones atrás. 

Se ha ganado al vestuario

Tal y como explicó hace unas semanas 'AS', Valverde es un tipo cercano, dialoga con los jugadores y les hace sentir partícipes del equipo. Hasta los suplentes entienden cómo está gestionando el técnico culé estos primeros partidos del curso. Sólo así se pueden conseguir objetivos a largo plazo. Un equipo debe tener involucrados a cuantos más jugadores mejor. En esa tarea está Valverde, un técnico simple en las ruedas de prensa que rehúye de los focos. Habla donde tiene que hacerlo.