La vergonzosa campaña de los medios contra Gerard Piqué

Siempre he pensado que el fútbol es pura pasión y sentimiento. Pero los que nos dedicamos al periodismo hay veces que tenemos que dejar nuestras tendencias a un lado, ser un poco más analíticos y no escribir lo primero que se nos pasa por la mente por pura ira, frustración o rabia hacia alguien. En otras palabras: la cabeza está para algo más que para peinarse.

El 'caso Gerard Piqué' está retratando a muchos. Algunos con enfado, otros con ironía... pero una mayoría importante está tomando el bando fácil: el ataque desproporcionado hacia una persona por decir lo que piensa o, tal vez, lo que siente en un momento de calentura después de que le estén insultando (a él y a su familia) durante muchos partidos o que un delantero rival le haya lesionado con una entrada que no venía a cuento.

La diferencia es que él no pudo cerrar los ojos y contar hasta diez antes de aporrear el teclado para lanzarse hacia el populismo futbolístico fácil. Algunos sí lo han podido hacer y no les ha importado atacar a Piqué con frialdad después de dos días de sus declaraciones. 

El hecho de leer algunos artículos de ayer lunes y de hoy martes atacando a Piqué me ha hecho reflexionar. En dos días se puede estructurar las ideas necesarias como para hacer una crítica constructiva, muy alejada de la que se ha estado publicando. La pregunta es: si los desafortunados artículos de algunos periodistas llegan después de dos días, con la mente ya fría, ¿qué hubiesen dicho después de 90 minutos con un estadio lleno abucheándoles e insultando a sus familias?

Empatía y seriedad

Campañas como la que se está haciendo contra Gerard Piqué son las que le quitan credibilidad al Periodismo, nuestro humilde oficio. La gente critica a los medios de comunicación y, a veces, con razón. Llegados a la era de los llamados 'haters' y los 'niños rata' hay que vigilar para que los periodistas no nos transformemos en parte de ellos y actuemos con profesionalidad, porque es algo que nos afecta a todos y al final el lector no se creerá nada de lo que queramos transmitir. Hay ciertas opiniones que no deberían salir de los bares.