Cómo destrozar a un equipo campeón: Guía rápida

Si alguna vez son escogidos para formar parte de la directiva del mejor club de la historia, desean destrozarlo y no saben cómo hacerlo... ¡Tranquilos! A continuación les ofrecemos una pequeña guía rápida de cómo llevar a cabo un plan eficaz y en el menor tiempo posible, basándonos única y exclusivamente en las decisiones tomadas por la actual junta directiva del Barça. 

En primer lugar, y con la suerte de recibir a la mejor plantilla y cuerpo técnico del mundo, lo que deberá hacerse será ir deteriorándolo poco a poco, pieza por pieza. Lo primero será no contentar las peticiones del entrenador (por ejemplo Pep Guardiola) y negarse en rotundo a deshacerse de algunos jugadores de la plantilla consideradas "vacas sagradas" pero que no muestran el rendimiento y motivación necesaria como para ser componentes del FC Barcelona. 

Tras no deshacerse de Piqué o Cesc, entre otros, y limitar lo máximo posible las capacidades del entrenador, el objetivo se habrá conseguido: ya tendremos a nuestro particular Pep Guardiola fuera del club. Como guinda, lo mejor para aumentar su enfado será anunciar el nombre del siguiente técnico justo en el momento de su despedida. El descontento generalizado por la marcha del mejor entrenador del mundo hará que otros miembros del "staff" se marchen con él, además de algún que otro jugador, a quien por cierto colocaremos una cláusula de rescisión mínima para facilitar su salida.

Pero... ¿y qué pasa si contamos con un jugador que padece una grave enfermedad? Lo primero será apoyarlo en la mayor medida posible y prometerle que, cuando se recupere, volverá a formar parte del grupo y podrá ocupar una plaza en la plantilla de la próxima temporada. Sin embargo, y partiendo de la base de que las palabras se las lleva el viento, haremos caso omiso de nuestra promesa y, una vez recuperado el futbolista en cuestión, le negaremos el regreso a la plantilla. Otro menos.

Ya con Guardiola, Thiago Alcántara, Estiarte y compañía fuera del club, todo irá sobre ruedas. Optaremos por un contacto prácticamente nulo con los jugadores, aumentando la distancia, y nos dedicaremos a fichar todo lo mal que podamos para luego vender a precios irrisorios. Podremos incluso regalar a jugadores como Seydou Keita y un Víctor Valdés descontento... ¡Y vender a David Villa por 2 millones de euros! Compraremos a Alex Song por 17 "kilos", a Alexis Sánchez por casi 40 y al mejor jugador joven del mundo, Neymar (¿por cuánto?), pero a éste último le haremos un contrato con múltiples cláusulas para luego ser condenados a juicio por la Agencia Tributaria del Estado. 

Y... ¡lo mejor de todo! Si sufrimos una nueva desgracia y nuestro entrenador tiene que dejar el cargo por enfermedad, contrataremos a última hora a un señor que jamás haya dirigido a ningún club europeo y no tenga ni idea de la filosofía y el estilo de juego del FC Barcelona. Dañaremos cuanto más podamos la imagen del club, si hace falta propiciaremos la dimisión del presidente para crear todavía más confusión y haremos caso omiso de la ley para más tarde ser sancionados por la FIFA y no poder realizar fichajes hasta quién sabe cuándo.

Pero antes de eso, tendremos que haber hecho un trabajo previo. Nuestro director deportivo deberá de haberse pasado tres años de vacaciones mientras finge buscar a un central. Sólo así conseguiremos magnificar los daños y conseguir un naufragio sin precedentes en Champions League y las demás competiciones. No obstante, muchos se preguntarán: "¿Cómo sabremos que vamos por el buen camino?". Pues bien, lo comprobaremos perdiendo contra equipos modestos, como Granada o Valladolid, para luego decir ante las cámaras que no pasa nada, que todo va bien y que estas cosas pasan en el mundo del fútbol. Misión cumplida.