Ousmane Dembélé en un partido con el FC Barcelona

DESCHAMPS Y VALVERDE LE ADVIERTEN

El aspecto clave que Dembélé debe mejorar para convertirse en un jugador mucho más completo

Publicación:22/10/2018 - 16:58h

Actualización:23/10/2018 - 03:04h

Empezó el curso sorprendiendo con algunos chispazos de calidad, pero con el paso de las semanas, Ousmane Dembélé se ha ido diluyendo hasta caer en un nuevo bajón. Mientras encuentra la estabilidad que le permita seguir creciendo, hay un ajuste que podría ayudarle mucho

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Desde que llegó al FC Barcelona, Ousmane Dembélé se ha convertido en un jugador de contrastes, que pasa de chispazos brillantes y decisivos a partidos en los que está completamente desaparecido. Empezó la temporada dando que hablar en la Supercopa de España, y se mantuvo en Liga y Champions dando algunas sorpresas con cierta intermitencia, pero aportando goles y muchas ganas. Han pasado algunas semanas más y el francés se ha desconectado, mientras todos buscan el camino para seguir mejorando su fútbol.

Con 21 años y un talento que se intuye cada vez que salta al terreno de juego, el potencial del galo es interminable, pero está mezclado con un carácter que puede diferenciar peligrosamente entre estrella y estrellado. La desidia que a veces denotan sus gestos y actitud no es la mejor característica para un futbolista profesional, algo que llevan tiempo advirtiendo sus entrenadores.

En un fútbol eléctrico y desbordante como el que practica el de Vernon, los errores van a ser habituales, pero mientras aprende a elegir siempre la mejor opción, hay otras parcelas en las que debe crecer. El tiempo es un peaje que debe pagar para ir madurando, para pulir un estilo que debe controlar sin perder esa imprevisibilidad que le hace único, pero eso no significa que su desarrollo tenga que ser fruto del azar.

Un ajuste tan sencillo como eficaz que debería aplicar Dembélé es la presión tras pérdida, que tiene mosqueados a Didier Deschamps y Ernesto Valverde porque el joven es un argumento arriba pero un peligro abajo. Cada vez que se juega un balón y lo pierde, se aisla de la jugada sin tomar responsabilidades de seguir a algún rival, lo que facilita las contras y pone en peligro a sus propios compañeros.

Es tan fácil como alargar una carrera que Ousmane en muchas ocasiones ni siquiera intenta, algo que a menudo provoca que los técnicos apuesten por futbolistas algo menos desequilibrantes pero mucho más seguros. Philippe Coutinho no es quien le ha quitado su puesto en el once inicial del Barça, sino un Arthur que equilibra la medular y además corre como si le fuera la vida en ello.

Neymar es el mejor ejemplo para Dembélé

Precisamente, un jugador que nunca ha destacado por su desgaste y al que tachan de acomodado en el PSG es el mejor ejemplo para Dembélé. Neymar hacía un trabajo sucio en el Barça que nunca se le ha valorado, y sin ser un especialista defensivo, su aportación sí llegó a ser clave. Los tridentes producen numerosos desequilibrios para los equipos, que pueden corregirse con algo de sacrificio físico y con la mentalidad adecuada. A veces, un sprint a tiempo puede cambiar un encuentro, pero pase lo que pase, lo que nunca se puede desconectar es la cabeza.

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