Ver a Leo Messi, qué afortunados hemos sido (y somos)

Cuando escuchas a compañeros y lees lo que dicen acerca de Leo Messi, tus pensamientos y calificativos hacia él no solo se corroboran, también se magnifican. Porque lo que vemos en el césped no es casualidad. Es que en los entrenamientos es exactamente igual. Vitorea a compañeras -con respeto- y hace lo que quiere con una facilidad pasmosa.

Leo Messi es un futbolista único e irrepetible. Quizás su mayor virtud es no presumir -públicamente- de ello, aunque seguramente es su regularidad lo que le convierte en un deportista casi inigualable. Son más de 10 años al máximo nivel, jugando más de 50 partidos por temporada y batiendo récords. En el mundo del deporte se le puede comparar con Jordan, Federer, Phelps…

Leo está entre los grandes de la historia. Lo que está consiguiendo en su disciplina -el fútbol- es una auténtica barbaridad. Ha coincidido en un equipo y una generación idónea, pero la misma no sería posible sin sus proezas. Dicen que un jugador gana partidos y un equipo campeonatos, y esa afirmación es cierta, pero Leo te gana casi todo.

Mientras leía esta mañana a Puyol hablar de los primeros entrenamientos de Messi me imaginaba a un chico introvertido, ilusionado ante un nuevo reto personal, intentando causar buena sensación. Y sin meterse presión intentó hacer aquello que mejor sabe hacer: jugar a fútbol.

Cuenta Henry en un libro biográfico que Messi, si se cabrea en un entrenamiento, coge el balón, marca los goles que sea necesario y decide que el entrenamiento ha llegado a su fin. Su superioridad se manifiesta en todos los escenarios posibles y nadie es capaz de detenerle.

Aún hay Messi para rato

Aunque haya agoreros que quieran ver en Messi a un deportista en declive, la realidad es que el argentino sigue en estado de gracia, motivado por seguir haciendo historia y hambriento por conducir al Barcelona a más etapas gloriosas. Tiene 30 años y su estado físico es óptimo. Que no cunda el pánico, hay tiempo para disfrutarle más.