El Atlético de Madrid y Antoine Griezmann ya sonríen (0-4)

Si no cambiaban las cosas pelearían por no descender a Segunda División, decía un enfadadísimo Antoine Griezmann tras el empate a cero ante el Leganés en Butarque. Unas palabras quizás un poco pesimistas y cargadas de la impotencia de no haber podido ver puerta ante un recién ascendido, algo que sí consiguieron y por cuatro veces frente a uno de los equipos que mejor fútbol practican del campeonato. Sin embargo, si el inicio de la temporada está siendo complicado para los de Simeone, a los de Berizzo no les está sentando mucho mejor.

Los gallegos cayeron por su inocencia e ímpetu ante un Atlético de Madrid que se lamió sus heridas en forma de goles ante el Celta, todos ellos llegados en el segundo tiempo. Pues para ser sinceros, en los primeros 45 minutos ambos clubes parecía que estaban todavía en vestuarios comiendo o preparando un encuentro a unas horas intempestivas. Pero aún así, la segunda mitad tuvo el picante del internacional francés.

Y es que Griezmann junto con Koke fueron los que enarbolaron la bandera de un Atleti al que todavía le queda mucho por trabajar. El galo intercambió los papeles con el centrocampista para poner un centro precioso y medido desde la banda derecha. El vallecano acertó a empalar con la zurda y en el segundo palo al fondo de las mallas. El gol liberó a los de Simeone y dejo al Celta noqueado y contra la lona, pagando los excesos de una presión asfixiante el primer periodo.

Gameiro entró por Fernando Torres para fallar otra ocasión clarísima, como en los dos partidos anteriores. Sin embargo, volvió a aparecer Griezmann para aumentar distancias. En el 73 apareció Saúl para ponerla dentro del área donde cabecearía el mismo Antoine, anotando el segundo en su cuenta personal. Con el tres a cero llegó la guinda de un jugador que cada minuto que juega lo aprovecha. Ángel Correa aprovechaba un pase de la muerte de Koke, que asistía tras recibir un balón medido de Kevin Gameiro dentro del área. Grandísima jugada combinativa de un Atleti que ya va enderezando las velas de su nave, a la espera de un buen viento.