Zidane se enfrenta al pasotismo de sus futbolistas en el Madrid

Después de los dos eufóricos primeros encuentros, el entrenador del Real Madrid, Zinedine Zidane, se enfrentó a la cruda realidad de su equipo ante el Betis. Los madridistas salieron contemplativos frente a los andaluces y se olvidaron de todo lo ensayado con el francés

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Parece que el Real Madrid de Zinedine Zidane comienza a tener sus primeras fracturas después de demostrarse sobre el Benito Villamarín lo que los goles escondieron en los anteriores encuentros ante el Deportivo de la Coruña y el Sporting de Gijón. El conjunto blanco no es un equipo compacto, sino que es un conjunto de estrellas que en muchas ocasiones van por libre y en el que los diez que están sobre el terreno de juego tratan de hacer todo lo que les ordene Cristiano Ronaldo.

Ese fue el fútbol que los merengues volvieron a demostrar por tercer partido consecutivo, los mismos que lleva el francés en el cargo. Sin embargo, esta vez no había goles para esconder vergüenzas. La pólvora se le atascó a un equipo que comenzó el partido dormido y que sólo se despertó en el segundo tiempo cuando el tiempo apremiaba y sus rivales se tiraron a defender el resultado.

Todo lo que "Zizou" había prometido (intensidad, fútbol ofensivo, equipo compacto etc...) no se ha cumplido hasta la fecha. A pesar de que varios medios de la Central Lechera ya hayan lanzado las campanas al vuelo, la realidad es mucho más diferente. Y una de las principales necesidades del equipo, que no se ha conseguido inculcar por ahora dentro del vestuario, es la disciplina.

El actual míster tiene muy complicado obligar a sus jugadores a hacer las cosas que no quieran. En el comienzo todo es más fácil, cuando actuó de confesor con sus pupilos sobre lo "malo" que era Rafael Benítez y todo lo que les obligaba a hacer. Pero ahora, ¿cómo se pone Zidane a gritarle a Cristiano o a Benzema para que corran más si hace unas semanas bromeaban sobre lo dictatorial que era Benítez?

Al francés se le vienen muchos problemas si su equipo no rectifica por si mismo y decide virar en la dirección que le guía su capitán. El resultado del Betis no es más que el comienzo de una euforia desmedida, inflada por los medios, que se convertirá en una mayor decepción por parte de la afición cuando no haya nada ya que defender ni por lo que sacar pecho. Con la defensa haciendo aguas, dejando desguarnecidas las espaldas del equipo y un centro del campo al que le falta intensidad y mordiente, al Madrid le faltan muchas cosas para ser ese equipo que se vende.