Las grandes decepciones del Mundial de Brasil 2014

Fracaso mundialista del Balón de Oro. Está escrito que quien lo gana no queda campeón: no ha pasado nunca. Pero de ahí a salir por la puerta de atrás sólo empezar hay un mundo. Cristiano Ronaldo, en bajas condiciones para una temporada muy exigente y con la rodilla dolorida, dijo adiós el día que más se le vio, pero también el día en el que fue ineficaz ante la portería ghanesa. Unas veces, por mala suerte. Otras, por el buen trabajo del portero Daudi. Alguna remate incluso pareció perderse fuera por pura maldición.

Así, el único gol de CR7 en este Mundial tuvo que venir después de todas las facilidades del mundo. Con tanta ineficacia, es normal que Portugal no llegara a los cuatro goles que necesitaba, pero el fracaso luso hay que buscarlo también en sus colegas: el bajísimo rendimiento de los Moutinho, Nani o Bruno Alves y la autoexpulsión de Pepe contra Alemania. En definitiva, a casa antes de tiempo.

Portugal se une así al fracaso de otras potencias europeas. Desde el de una España decadente y rendida a las vacas sagradas, pasando por dos selecciones que han caído quizá cuando han ofrecido una propuesta más atractiva. Italia probó los efectos de la gran revelación, Costa Rica, y ahora volverá a empezar proyecto sin Prandelli. Y otra que se ha perdido en la estética ha sido Inglaterra. Más combinativa que nunca, pero también más blanda en las áreas que de costumbre.

Por último, decepcionante papel del fútbol asiático. Doce años después del empuje de su Mundial, tanto Corea del Sur como Japón han vuelto a ser eliminadas víctimas de la inocencia a la hora de competir. Los nipones tratarán de arreglarlo con un experto en pragmatismo como Javier Aguirre.