Zidane se quita la careta antes del Clásico con su rabieta por el pasillo

Cuando Zinedine Zidane tomó las riendas del primer equipo del Real Madrid hace ya dos temporadas y media, se le vendió como el técnico del cambio. Un entrenador de la casa, cuya leyenda sobre el césped compensaba su falta de experiencia en los banquillos. Una respuesta de Florentino Pérez al Barça de Pep Guardiola, una de la que de momento no se puede quejar.

El marsellés ha devuelto a los blancos a la lucha por los títulos a base de no tocar lo que ya funciona y reforzar la importancia de sus cracks. Esta táctica le ha funcionado especialmente en Champions, donde el viento le ha soplado a favor por calidad, entidad y un ligero empujón arbitral que empieza a doler demasiado a todos los grandes de Europa.

Precisamente, las carencias del preparador galo se han escondido a base de confianza, esfuerzo y un espíritu incansable, ese que siempre ha proporcionado a los blancos la célebre 'suerte del campeón'. La famosa 'flor' de Zidane, que ha sido otro argumento a lo largo de un periodo que se puede considerar muy exitoso.

El carácter de Zidane sale a la luz

Otra de las cualidades de 'Zizou' es su temple ante cualquier terremoto, lo que le convertía en imperturbable fuera cual fuera el conflicto que asomaba al Santiago Bernabéu. Ni las dudas de los suyos, ni las derrotas, ni las polémicas, nada. La respuesta del técnico no cambiaba: "Bien, bien. Estamos bien".

Pero el paso del tiempo se ha hecho notar en su figura, menos dependiente del club y más confiada en su poder, con el respaldo, además, de una afición que no duda de él. El francés se ha desatado esta temporada, en la que ha dominado sobre los fichajes, se ha enfadado por las preguntas sobre las ayudas arbitrales o ha hecho y deshecho en casos tan visibles como los de Kepa Arrizabalaga o Dani Ceballos, limitándose a pedir disculpas y seguir haciendo la suya tras el incidente con el sevillano.

El último episodio que ha demostrado que Zinedine Zidane ya no es ese entrenador callado y apagafuegos ha sido el de su negativa al pasillo en el Clásico, con un argumento pobre y aniñado apuntando a que el Barça empezó antes. Con la sutileza que siempre le caracterizó, el ex futbolista sigue mandando, aunque esta vez disfraza el temperamento que todos saben que tiene con una calma que le permite manejar a la perfección. Ahora, eso sí, ya se ha quitado la careta.