Entre las cualidades que hacen especial a la Champions está que los favoritismos nunca resuelven los partidos, y aunque el Manchester City lo vivió en sus propias carnes, tuvo la suerte de hacerlo con su eliminatoria sentenciada. La falta de interés fue precisamente lo que le costó un aviso, contra un Basilea valiente que dijo adiós a Europa a lo grande.

Porque además del 0-4 cosechado en St. Jakob Park, los ingleses, con rotaciones, vieron como en apenas siete minutos ya había caído el primer tanto. Cortó Leroy Sané la defensa como si fuera un cuchillo, y tras ceder para Bernardo Silva, se repitió la jugada que una y tantas veces le está dando goles a los hombres de Pep Guardiola. Prolongación al palo contrario, donde aparecía solo Gabriel Jesus para empezar a celebrar tras únicamente tener que poner el pie.

Demasiadas ventajas hicieron que el ritmo del duelo se volviera lento y pesado, y el bajón de tensión lo aprovecharon unos rivales que en el Etihad Stadium sí se jugaban el honor. Tras un balón rebotado, Mohamed Elyounoussi se quedó libre de marca en el área de los 'citizens' y fusiló sin pensárselo demasiado a Claudio Bravo.

El Etihad Stadium no es inexpugnable

No iba a ser este el único dolor que provocara el marroquí, aunque el golpe definitivo llegó en la segunda mitad. Empezaron como siempre los locales dominando la posesión, pero las ocasiones no llegaban y lo que sí lo hizo fue la remontada. Caracoleó Elyounoussi con mucha libertad frente a Yaya Touré, filtró un pase que se creyó Michael Lang y desgarró por el palo corto a un Bravo que pareció poder hacer algo más.

El batacazo no tuvo consecuencias, pero sirvió para ver a un Pep Guardiola mosqueado por una cuestión que se había empeñado en esquivar. Los suizos han arrancado la primera victoria en un campo que parecía inexpugnable, en el que han demostrado que en la Champions no hay que dar nada por hecho. Pasan los 'Sky Blues', pero la gloria, esta vez, fue para los 'Rotblau'.