Toda esa red defensiva que tan bien había funcionado hasta la final de la Champions quedó desarbolada por el Real Madrid. Los desmarques de Cristiano y Benzema, la inteligencia de Modric, la verticalidad de Isco y la velocidad de Marcelo y Carvajal desbordó al equipo de Massimiliano Allegri.

La Juventus encajó cuatro goles en Cardiff, lo que supone uno más que los que había recibido hasta la cita. Los italianos llegaron a la gran final como la mejor defensa de la competición. Tan sólo tres goles en todo el curso en contra, sólo uno en la fase final -el de Mbappé en el partido de vuelta de semifinales-.

Pero esa experiencia y solidez se transformó en errores que no se pueden permitir en una final y ante un rival como el Madrid, que no falla delante de la portería. Las bandas fueron un coladero y el centro del campo acabó rompiéndose, dejando vía libre para que Kroos, Modric y Casemiro dominaran a placer.

Mala suerte y errores de colocación

Analizando uno a uno los cuatro goles que recibió Buffon, que realmente poco pudo hacer en todos ellos, los errores de los italianos fueron flagrantes. Cristiano disparó sólo desde la frontal en el primero, un rebote de Khedira permitió a Casemiro establecer el 1-2; el portugués volvió a perforar la portería de Buffon rematando desde el área pequeña y Asensio pudo también marcar a placer dentro del área.