El Manchester City fue el espejo del FC Barcelona en el Etihad Stadium. Ambos equipos hicieron gala de manera constante de una presión alta que provocó errores en la salida de balón por parte de los dos bandos. Por desgracia para los de Luis Enrique, uno de esos errores acabó significando el gol del empate de Ilkay Gündogan, después de que Leo Messi hubiese adelantado al Barça en el minuto 21.

Si el FC Barcelona había generado peligro al Manchester City principalmente por vía del contragolpe, el Manchester City lo hizo a causa de una alta presión de balón implantada por Pep Guardiola, y que dio sus frutos.

Y es que, en el minuto 38 de partido, un pase forzado de Sergi Roberto acabó en las botas de Raheem Sterling, quien encaró a Marc-André Ter Stegen y se mostró tremendamente generoso a la hora de asistir a Ilkay Gündogan, cuando quizá tenía más fácil el disparo.

El centrocampista alemán no perdonó prácticamente a puerta vacía, y colocó el empate momentáneo en el marcador, con el que se llegaría a la media parte en el Etihad Stadium. En la segunda mitad, siguieron las imprecisiones en el Barça a la hora de sacar el balón jugado desde atrás, y las oportunidades del Manchester City fueron acumulándose una tras otra.

Podría decirse, en este sentido, que la estrategia de Pep Guardiola de jugar de tú a tú al FC Barcelona fue la adecuada. Al menos, en lo que respecta al espectáculo visto sobre el terreno de juego en Inglaterra.