El PSG puso este miércoles un broche de oro a la fase de grupos de la Champions League, que cerró con una goleada al Galatasaray. Los franceses, que hace algunas semanas se confirmaron como primeros del Grupo A, arrollaron a los turcos, que nunca dieron la impresión de poder pelear por una plaza de Europa League que se queda el Brujas. En octavos estarán los pupilos de Thomas Tuchel y también el Real Madrid.

La cita en el Parque de los Príncipes estuvo muy desnivelada, pero los aficionados tuvieron que esperar para que llegaran los goles. Los 'bleus' jugaron con una instensidad intermitente porque hace jornadas que amarraron el billete a las eliminatorias, y los de Fatih Terim no parecían un aspirante que se estaba jugando un importante premio de consolación. A base de insistir, eso sí, los de casa hicieron las delicias de la grada.

Y es que después de algún aviso aislado, Neymar se puso el traje de director de orquesta y en dos fogonazos los galos sentenciaron el duelo. El brasileño lanzó primero un soberbio pase filtrado a Kylian Mbappé, que lo regaló para que Mauro Icardi sólo tuviera que empujar. Tres minutos después repitió el '10' arrancada y cedió el esférico a Pablo Sarabia, que respondió con bicicleta y derechazo para alojar el cuero en la red.

La sociedad Neymar-Mbappé hace soñar al PSG

No necesitó pisar el acelerador el PSG, que con la magia de Neymar y Mbappé tuvo suficiente para emocionar a sus seguidores. Cada combinación de los dos delanteros era un dolor de cabeza para la zaga visitante, que únicamente pudo asistir a un recital de los que muchas veces se ven en los entrenamientos. Nada más arrancar la reanudación, taconazo del futbolista de Bondy y su colega, de zurda, ampliaba la renta.

El ex del FC Barcelona estaba disfrutando, y le devolvió el favor al campeón del mundo con otro pase de videoteca. Tres líneas de presión quedaron anuladas con apenas un gesto de cadera, y la conexión dejó al '7' mano a mano con el portero. El punta amagaba y definía por el palo corto, mientras Fernando Muslera se desesperaba porque tenía que recoger de nuevo un esférico que había pasado demasiado por las mallas.

De la puntilla se encargó Edinson Cavani, que no quería perderse la fiesta que se había desatado en París. Tras sustituir a Icardi y disponer de algo más de 20 minutos, el uruguayo enterró la discusión del penalti con 'Ney', ya que a Mbappé le derribaron en el área y no quiso lanzar y el paulista recogió el balón para dárselo al de Salto. Una 'manita' que hace soñar al los franceses, que siguen mirando con ansia la 'orejona'.