El FC Barcelona venía avisando que algo estaba mal. En Frankfurt y Valencia el equipo había dejado la sensación de ir una marcha por detrás y no ser tan decisivo como antes del parón de selecciones. Los blaugrana habían respondido de manera sorprendente en los últimos cuatro meses y firmaron una racha de 15 partidos sin conocer la derrota, pero este jueves en un Camp Nou muy blanco acabó la seguidilla de ocasiones y se sembraron las dudas. 

El Barça dejó la sensación de que no compitió ante el Eintracht, al menos en los noventa minutos reglamentarios. Los germanos se adelantaron muy pronto por un error garrafal de Eric García que acabó en penalti, pero las malas noticias llegaron paulatinamente porque los blaugrana no podían entrar fácilmente al área de un Trapp que, más allá del remate de Araújo tras un rechace y el uno contra uno ante Aubameyang, tuvo poco trabajo.

Los de Xavi se valieron de las internadas y centros de Dembélé, pero poco más. Noche gris de un Pedri que podría perderse el resto de la temporada y también de un Gavi que apareció a cuentagotas. Sergio Busquets estuvo neutralizado por la presión de los germanos, pero allí no estuvo el principal desastre, sino en una defensa que no apareció en todo el partido y que dejó mucho que desear (para no decir que, literalmente, no estuvieron). 

Eso no quita que el Barça no luchó hasta el final y buscó una remontada que hubiese sio histórica. Los blaugrana marcaron dos goles en el tiempo complementario, trayendo a colación a Trapp la remontada de hace unos cuantos años con el PSG. Lo veían posible y por eso Xavi no ve este partido como un fracaso, todo lo contrario. Sigue creyendo que están en la línea a seguir y trabajarán para seguir mejorando, pero sí que es cierto que debe mirar de nuevo el partido y tomar muchas notas. 

Los goles llegaron al final 

Y es que precisamente el egarense ha insistido en numerosas oportunidades que no vale ganar sin jugar bien. Hoy el Barça ni ganó ni jugó bien, pero se ha quedado fuera de una nueva competición y pierde la oportunidad de ganar un título en este curso, algo que comienza a verse como una quimera a pesar del optimismo que se transmite desde ciertos sectores del club. Lo que pasó este jueves en el Camp Nou debería no repetirse, porque fue una catástrofe. 

Sergio Busquets marcó dos goles y le anularon uno. Luuk de Jong (criticado hasta el cansancio y 'descarte' culé) provocó un penal 'in extremis' y una expulsión, que transformó Memphis... Demostraron que creen en el proyecto, en el equipo y las ideas de Xavi. Pero esto va de ganar y si no pasa, no hay más remedio que aceptar el fracaso o decepción y mirar hacia adelante.