"Espero que el 31 de agosto tengamos una plantilla todavía más competitiva", dijo Ernesto Valverde en la rueda de prensa posterior al choque ante el Alavés. Una declaración de intenciones clarísima que ponía el foco en la directiva. Quedaban pocos días para el cierre del mercado y el 'Txingurri' mostraba su preocupación. Normal.

Y una vez ha terminado el mercado, las sensaciones son bastante negativas. El Barça ha hecho cuatro fichajes, pero ninguno, salvo Dembélé, parece arreglar los problemas que antaño tenía el equipo. Se necesita paciencai para ver cómo se adaptan Semedo y Paulinho al estilo azulgrana, pero el portugués de momento no es titular indiscutible.

La salida de Neymar reduce exponencialmente el nivel del equipo. Menos desborde, menos asociación con Messi, menos gol. El brasileño era la guinda a un tridente letal e inolvidable. Dembélé puede hacerlo bien, pero compararle con 'Ney' sería osado y perjudicial para el francés, que tiene 20 años y debe seguir mejorando.

En la medular pocos cambios salvo Paulinho, que es más bien de contención, no de creación, donde el Barça más flaquea ante el declive de Iniesta. Y la defensa queda bastante justa tras la salida de Marlon, que deja a Mascherano y Vermaelen como centrales suplentes... con bastantes dudas.

El banquillo, insuficiente

Es una realidad. En un teórico banquillo azulgrana de cualquier partido podemos encontrarnos con Aleix Vidal, Digne, Mascherano, Denis Suárez, Deulofeu, Paulinho y Alcácer. ¿Quién puede revolucionar un partido? ¿Se puede luchar por los tres títulos realmente? Comparando con otros banquillos de Europa, el Barça va justito en ese apartado. Valverde necesitará encontrar la tecla y que todos den un paso adelante... o la temporada será dura.