Andrés Iniesta aún no ha firmado su renovación el FC Barcelona. Y hay muchos aficionados azulgrana ansiosos por esta demora. Porque nadie se imagina que el manchego no se retire de azulgrana -o que al menos no juegue en otro club importante europeo-.

Lo que parece claro es que el nuevo contrato de Iniesta tiene que ser estudiado con detenimiento. Su importancia en el vestuario es indudable, su impacto en el juego si está en buena forma también. Pero su rendimiento, quizás por culpa de las lesiones -acompañadas de una edad que no perdona-, es más irregular. Su desequilibrio no es tan efectivo y el Barça lo acusa.

Quizás porque el estilo con Luis Enrique fracturaba más el centro del campo, y Iniesta sufría más físicamente. Quizás porque las piernas ya no responden como antes -ley de vida. La realidad, y no pasa nada por asumirla, es que Iniesta está en el ocaso de su carrera.

Eso no significa que esté acabado, muerto y enterrado. No. Su inteligencia táctica y la madurez que demuestra cuando está en el campo seguirá siendo fundamental en los esquemas del FC Barcelona.

Iniesta tendrá que ser dosificado

Como ocurre con los manjares gastronómicos, el aficionado culé deberá acostumbrarse a ver a Iniesta en cuentagotas. En citas muy concretas que le permitan desplegar todo su potencial.

Veremos qué rol le da Ernesto Valverde. Quizás llegó la hora de dar un paso a un lado y emular la última temporada de Xavi en el club: ser clave desde el banquillo, seleccionando muy bien qué minutos jugar y poder llegar al 100% al tramo importante del curso.

El ocaso de Iniesta, sin catalogarlo de apocalíptico, hay que saber llevarlo con naturalidad. Lo extraño sería ver al español en su mejor versión en pleno 2017. Pero aún nos quedan trucos por ver del mago de Fuentealbilla, seguro.