El FC Barcelona resolvió el primer envite de noviembre con dos tantos de Paco Alcácer y algunos sustos frente al Sevilla, pero lo que se convirtió en una victoria trabajada hasta el último suspiro pudo relajarse algunos minutos antes. Hasta en dos ocasiones el árbitro negó a los azulgrana acciones que parecieron claras, y que deberían haber acabado en los once metros.

Tienen todo el derecho del mundo a equivocarse, pero la actuación de González González y sus asistentes dejó algo que desear en el Camp Nou. No fue un partido con muchas complicaciones, pero cuando las hubo tomaron la decisión incorrecta. Por fortuna la victoria la acabaron amarrando los locales, pero de no haberlo hecho se hubiera originado una polémica tan lógica como innecesaria.

Corría el minuto 69 cuando ocurrió la primera de las jugadas controvertidas, en una acción en la que Luis Suárez fue protagonista. Sus airadas protestas acabaron con un córner a favor del conjunto catalán, pero lo que debió haberse señalado era un penalti. La mano de Clément Lenglet tras disparo del uruguayo puede interpretarse como involuntaria, pero lo cierto es que no debía estar ahí y que cortó una ocasión del rival.

Falta, ¿y lesión?

La segunda acción llegó hacia el final del encuentro, y puede tener peores consecuencias para el Barça. Ivan Rakitic avanzó metros hasta meterse dentro del área, y en su intento de acorralarle, Sergio Escudero le pisó el tobillo. Ni siquiera las muestras de dolor del croata convencieron al colegiado, y el jugador fue sustituido por Javier Mascherano cuando quedaban pocos instantes para el final.