Hay ganas de que vuelva la competición de clubes. Porque ahora ya empieza lo bueno. Ya no hay tiempo para las lamentaciones. La cosa va en serio. Con la plantilla cerrada -salvo sorpresa de última hora con Turan-, Valverde tiene que intentar que las piezas engrasen cuánto antes. Aunque realmente hasta el mes de octubre costará ver una visión real del Barça que quiere el 'Txingurri'.

Este sábado se vivirá un siempre atractivo derbi catalán. Barça y Espanyol buscarán los tres puntos en un Camp Nou que tendrá un gran objetivo -más allá de los tres puntos-: ver el debut de Ousmane Dembélé como azulgrana. El francés lleva ya dos semanas entrenando con sus compañeros y tiene ganas de estrenarse en el coliseo azulgrana.

Seguramente desde el debut de Neymar hace unos años no se generaba tanta expectación. Dembélé es un desconocido a ojos de la gran mayoría de aficionados, que apenas le habrán visto dos o tres partidos con el Dortmund en la Champions League. Su precio y su edad, dos alicientes más para ver correr por la banda a Ousmane.

Habrá que ver si Ernesto Valverde le saca en el once titular o le deja en el banquillo. Hay que reconocer que hasta ahora Gerard Deulofeu ha cumplido con nota en los dos primeros partidos de Liga. Al menos ha ejecutado todo aquello que se le pide: abrir el campo, sacrificarse en la presión… Quizás le ha faltado más desborde, fruto posiblemente del nerviosismo.

Dembélé, ¿derecha o izquierda?

La gran duda que hay acerca de la posición de Ousmane Dembélé es si jugará por la derecha o por la izquierda. La lógica diría la banda izquierda, porque Messi volvería a la derecha y Suárez se quedaría en punta. Pero si el uruguayo no juega no se descarta que juegue Deulofeu por la izquierda y el francés por la derecha, con Messi como falso nuevo como en los dos primeros compromisos de Liga.

Ya saben que Dembélé es un jugador ambidiestro -como en su día lo era Pedro-. Eso es una virtud impagable para el fútbol moderno porque permitirá a Valverde generar muchos cambios tácticos durante un mismo partido y le permite al propio futbolista ser un peligro constante para los defensas, que no saben por dónde les puede salir.