El pasado martes, Antoine Griezmann anunció que no jugaría en el Atlético de Madrid a partir de este verano. El delantero francés, que renovó hace apenas unos meses por el club colchonero aceptando un contrato con un sueldo multimillonario, está completamente decidido a cambiar de aires en verano y el FC Barcelona es el equipo que más posibilidades tiene de llevárselo.

No obstante, estamos hablando de una operación con bastante riesgo en el FC Barcelona. En especial, porque nadie en la ciudad condal ha olvidado el 'show' que montó el delantero francés el pasado verano, dando plantón al club azulgrana después de haber acordado su llegada con un documental televisivo producido por la empresa de Gerard Piqué.

Las formas de Griezmann no gustaron nada ni al vestuario, ni a la directiva culé, ni a la afición. A día de hoy, ni el vestuario está tan ilusionado con su llegada después del desplante ni la directiva está segura de apostar por alguien que se vendió por un contrato millonario. Pero quien menos parece aceptar el perdón al francés es la hinchada culé.

Cuando al Atlético de Madrid le tocó jugar el partido de LaLiga Santander en el Camp Nou, la afición que abarrotaba las gradas dejó clara su postura abucheando al francés cada vez que tenía el balón, en señal de descontento por sus calabazas en verano. Recientemente, varias encuestas -entre ellas la de 'FCBN' a sus lectores' han dejado claro que una parte importante de la masa social no quiere que la 'operación Griezmann' se cierre.

El gran problema del fichaje del delantero galo es la poca aceptación por parte de la masa social, así como las dudas del vestuario y de la directiva. Griezmann es un jugador de talla mundial, pero debe hacer un importante lavado de imagen porque, si acaba llegando, nadie le regalará nada. Y menos un barcelonismo que puede llegar a perdonar, pero no olvida.

Con Griezmann, de la ilusión a la indiferencia

La pasada campaña, el FC Barcelona apostó muy fuerte por Griezmann y el club culé estaba dispuesto a pagar su cláusula de 100 millones de euros. El vestuario también estaba totalmente ilusionado y algunos jugadores se mojaron por él públicamente. Pero ahora, tanto por parte del presidente Bartomeu como por parte de la plantilla, esa ilusión se ha transformado en cierta indiferencia. Si quiere acabar siendo aceptado, tendrá que dar el doble sobre el terreno de juego.