Mientras terminan de labrarse los fichajes y las salidas que el FC Barcelona planea -o pretende-, siempre es interesante echar la vista atrás y rememorar momentos inolvidables. Hoy queremos hablar de ese tándem que formaron Guardiola y Romario en el Dream Team de Johan Cruyff. El Camp Nou disfrutó, durante varios años, de una conexión casi perfecta que en la época contemporánea la atribuiríamos al mismo nivel que la de Xavi y Messi.

El primer recuerdo, imborrable. 5 de septiembre de 1993. La Real Sociedad visita el Camp Nou. El coliseo azulgrana estaba preparado para ver el debut de Romario, un delantero brasileño de 27 años que venía de marcar 135 goles en 166 partidos con el PSV Eindhoven. El "hype" era evidente. Y los mejores presagios se cumplieron.

El Barça goleó 3-0 al equipo donostiarra con tres goles de Romario y tres asistencias sensaciones de Pep Guardiola, que por aquel entonces tenía 22 años y ya empezaba a dirigir la orquesta. El público alucinó, lógicamente. Los ojos de las más de 70.000 personas que estuvieron en el etemplo culé presenciaron el inicio de algo grande.

Romario no iba a defraudar y acabó esa temporada con un total de 30 dianas. Un pichichi que además se pudo celebrar por todo lo alto, ganando LaLiga -gracias evidentemente al famoso penalti de Djukic en Tenerife-. El brasileño sólo estaría dos temporadas en Barcelona, marcando 51 goles en 76 partidos y dejando una sensación común: "Nunca nadie definió como él".

Romario era un depredador infalible dentro del área. Avispado, pícaro, letal. No perdonaba casi ninguna. Y Pep era capaz de encontrar espacios con una facilidad pasmosa. El primer toque era una seña de identidad de ambos. La rapidez. La imprevisibilidad. El fútbol convertido en arte. Un lujo eterno.

Hacer fácil lo difícil 

Gracias al video que ha publicado el Twitter oficial de LaLiga este lunes podemos disfrutar de algunas jugadas que llevaron la inconfundible firma de Romario y Guardiola. Por momentos, como si se tratara de una ciencia exacta o teledirigida. Pero no era la Playstation ni imaginaciones, era la pura realidad. Y era maravillosa.