El delantero del FC Barcelona aprovechó su domingo libre para relajarse junto a su familia en un restaurante. Un día de tranquilidad antes de llegar la tormenta de una semana que será clave para saber si podrá estar o no en el importante duelo ante el Real Madrid

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Son muchas horas de trabajo y mucha tensión mental y física, tanto que incluso el mejor jugador del mundo Leo Messi necesita un momento para desconectar del mundo y disfrutar con su familia de un relajado días. Así se lo propuso el crack de Rosario este domingo, acudiendo a un restaurante cerca de Castelldefels junto con su esposa Antonella, sus hijos Thiago y Mateo, su padre Jorge y su hermano Rodrigo.

Un día de tranquilidad en el que pudo estar arropado por los suyos y pudo olvidar durante unas horas todos los trabajos, sesiones de recuperación y la presión añadida por llegar a un Clásico ante el Real Madrid que es noticia nacional. Cada paso que da, cada foto que le hacen o cada información que sale ssobre su recuperación o no, causa revuelo dentro del barcelonismo y del mundo del fútbol.

Eso sí, el jugador sabe que desde el club no encontrará ninguna presión para llegar y que el propio Luis Enrique será el primero en no arriesgarse a perderlo durante más tiempo. No quieren tampoco los servicios médicos dar un alta precipitada sin acerciorarse de que esa rodilla no volverá a dar problemas ni dolores al diez azulgrana.

A pesar de todo ello en su cabeza no cesa de pasarle esa necesidad de querer ayudar a los suyos, de volver a enfundarse el brazalete de capitán y liderar a sus compañeros en el asalto al Santiago Bernabéu el próximo día 21. Este lunes empieza el primer capítulo de una semana definitiva que el viernes no revelará si podrá o no finalmente viajar a Madrid. Su deseo es éste y para ello trabaja.