Si algo está demostrando Ernesto Valverde durante sus primeros meses en el FC Barcelona, es que es un técnico con personalidad. La mayoría de sus predecesores respetaron durante la mayor parte de sus temporadas en el conjunto azulgrana el 4-3-3 que convirtió al Barça de Pep Guardiola en el amo y señor del fútbol internacional, pero el extremeño llega pisando fuerte.

Valverde no ha dudado en utilizar el 4-2-3-1 en las dos primeras alineaciones con las que ha jugado el Barça en esta Liga 2017-18, contra el Real Betis en el Camp Nou y el Deportivo Alavés en Mendizorroza. Casualmente ambos encuentros terminaron con el mismo resultado: victoria por dos goles a cero y un juego más efectivo que convincente.

Sin embargo, cierto es que todavía queda mucho por pulir, como es lógico, al encontrarnos actualmente a principios del mes de septiembre. Si el Barcelona se asienta en el 4-2-3-1, en cualquier caso, dispondrá de un arma táctica más para hacer frente a los grandes clubes de Europa, que le hará imprevisible además contra el resto de equipos.

No es un secreto que la mayoría de contrincantes del conjunto culé ya se han acostumbrado a su estilo de juego, y la pasada temporada al combinado de Luis Enrique le costó horrores lograr triunfos en partidos contra rivales a priori asequibles. 

El Barça, con una alineación de garantías

Pero Valverde quiere innovar, y es por ello que el 4-2-3-1, secundado además por la mayoría de la afición, puede ser una opción interesante. Con Leo Messi moviéndose libremente por el balcón del área, el Barça puede hacer todavía más daño que antes.

Ter Stegen en portería; defensa de cuatro con Alba, Semedo, Piqué y Umtiti; centro del campo con Busquets y Rakitic/Paulinho y, un poco más arriba, Sergi Roberto/Iniesta, Leo Messi, Dembélé y Luis Suárez. Sin lugar a dudas, un once más que competitivo. Faltará ver si funciona.