Jordi Cruyff es un tipo feliz que disfruta del fútbol como en su día lo hizo su padre. Y este jueves atendió a los compañeros de 'El Mundo' para hablar de la actualidad y de su padre Johan, que sigue en la memoria de todos los aficionados azulgranas. Su legado, evidentemente, es eterno. Y su hijo lo mantiene vivo.

El actual entrenador del Maccabi asegura que su padre fue una de esas personas realmente influyentes en la historia:  "Mi padre es inmortal. El resto somos mortales. Vamos y venimos... Desde hace 60 años todo el mundo lo conoce en cualquier rincón del mundo como jugador, entrenador o por la Fundación. Ha impactado en muchas generaciones".

Jordi intenta hacer su propia carrear, sin buscar comparaciones: "Me gustaría ser tan buen entrenador como él pero aún no lo soy y seguramente nunca lo seré. A nivel futbolístico, combino romanticismo holandés y competitividad española de querer ganar siempre. Juntar estos dos mundos es una buena filosofía pero es difícil. Mi padre era muy holandés, de ir siempre al ataque. a mí a veces también me gusta asegurar cosas ".

Volver al Barça y curiosidades

Jordi Cruyff quiso hablar de la destitución de Johan en el año 1996. Y no se cortó: "Fue un poco surrealista, ya que estábamos negociando la salida con Gaspart tiempo dialogando para una renovación. En mi tercer año todavía tenía salario de filial con el contrato más bajo del vestuario. El Barça quiso renovarme y mejorar el contrato, pero mi padre lo frenó y dijo que debía ser quien cobrara menos para que la gente supiera que no me hacían favores".

Finalmente, dejó entrever que no tiene especial ilusión por regresar al Barcelona: "Si hubiera sido un sueño volver al Camp Nou, ya sería, aunque no sé en qué función o rol. Cuando hubo algunas conversaciones este verano, yo casi tenía claro que quería ser entrenador en el Maccabi".