La última semana ha situado al FC Barcelona en la UCI. El equipo había empezado la temporada de manera inmejorable: había ganado la Supercopa de España derrotando al Sevilla; había obtenido la victoria en los cuatro primeros choques ligueros y se había estrenado con victoria en el primer partido de Champions League ante el PSV Eindhoven.

Fue entonces cuando llegó una de esas semanas en el que el calendario aprieta al máximo las citas. Primero llegó el Girona en el Camp Nou y sembró las prmeras dudas arrancando un empate, aunque hay que decir que los culés jugaban con uno menos por la expulsión injusta de Clément Lenglet. Luego llegó el desastre absoluto ante el colista: derrota ante el Leganés en Butarque tras empezar ganando.

El equipo tenía, este fin de semana, la oportunidad de dejar atrás ambos tropiezos y volver a empezar a sumar de tres en tres. Pero, otra vez más, no fue posible. El Athletic Club se plantó aliente en el Camp Nou para rascar un empate ante un Barça que acabó frustrado por los palos y por la falta de fluidez con la suplencia de Leo Messi.

Tras el pinchazo de Butarque contra el Leganés, los primeros ojos críticos miraron hacia un Ernesto Valverde por, tal vez, no haber acertado con las rotaciones. Tras un tercer tropiezo ante el Athletic Club, el barcelonismo vuelve a apuntar a su entrenador, que tomó la controvertida decisión de no contar de inicio con Leo Messi.

Las rotaciones de Valverde no han funcionado

En los primeros partidos oficiales de la temporada, Ernesto Valverde apostó por el once de gala con algún que otro retoque. Con vistas a una semana con tres partidos, empezaron las rotaciones contra el Girona. También las hubo ante el Leganés y contra el Athletic Club y el resultado no ha podido ser peor: tres tropiezos que pueden suponer la diferencia entre ganar una Liga o quedarse a las puertas.

Puede haber dos lecturas por los tres pinchazos consecutivos del FC Barcelona. La primera es que la 'segunda unidad' del FC Barcelona, formada por jugadores no tan habituales en el once, no acaba de estar a la altura del equipo. La segunda es que Ernesto Valverde no ha sabido gestionar esas rotaciones necesarias para preservar el estado físico de los jugadores. El barcelonismo empieza a impacientarse y busca culpables.