El FC Barcelona ha encajado con decepción la marcha atrás del Rennes en su interés por incorporar a Samuel Umtiti. Las negociaciones estaban tan adelantadas que el central francés había viajado a Francia para cerrar el acuerdo, pero reticencias dentro de la entidad sobre su estado físico y la posibilidad de hacerse con los servicios de Morato, el prometedor central brasileño del Benfica, han echado para atrás la operación.

En el seno de la entidad blaugrana daban ya por segura la salida de Umtiti y ahora la dirección deportiva deberá empezar de nuevo el proceso de encontrarle un destino. La sensación es de decepción y frustración después de dos años de tira y afloja con el futbolista. Éste es el tercer verano que el Barça intenta desprenderse de un Umtiti que no ha levantado cabeza desde el Mundial de Rusia 2018. El central jugó aquel torneo con problemas en la rodilla y tras proclamarse campeón no quiso pasar por el quirófano.

En verano de 2020, el Barça tenía muy adelantadas las negociaciones con la Roma, pero Umtiti se negó en redondo a abandonar la disciplina blaugrana. Una postura que ha mantenido en todas y cada una de las ventanas de mercado hasta ahora.

Historia sin fin

Manchester United, Inter, Arsenal, Nápoles y, muy especialmente Olympique Lyon, Olympique Marsella y Rennes, han tanteado su incorporación a lo largo de los años. Y la respuesta siempre ha sido la misma. El problema siempre ha radicado en la renovación que su hermano y representante, Yannik Umtiti, le arrancó al Barça antes del Mundial de Rusia, bajo la amenaza de pagar los 60 millones de su cláusula de rescisión para unirse al Manchester United de José Mourinho. 

Con 16 millones anuales, el Barça le situó en la segunda escala salarial del vestuario, a la altura de Iniesta o Luis Suárez. Y claro, salir del Barça hubiera supuesto para Umtiti, rebajar ostensiblemente esas cantidades.