El verano ha empezado movido para el Real Madrid, y no sólo por la inesperada marcha de Zinedine Zidane. Dos de sus grandes estrellas, Cristiano Ronaldo y Gareth Bale, dejaron en el aire su continuidad tras la final de la Champions, y el galés, después de años de rumores, está dispuesto a volver a la Premier. El problema es que no las tiene todas consigo.

Aunque es cierto que el Manchester United es el aspirante más firme a hacerse con los servicios del delantero de Cardiff, también lo es que, hoy por hoy, no es un fichaje seguro. Para empezar ha habido un baile de cifras importante con la operación, y a pesar de que los ingleses tienen dinero, no pasarán de 100 millones de euros para convencer a los 'merengues'.

En el Santiago Bernabéu esta parece una gran opción, ya que recuperarían prácticamente lo mismo que invirtieron, pero primero deben solucionarse los conflictos internos en Old Trafford. La prensa británica ha vuelto a deslizar que a José Mourinho no le convence la incorporación, porque preferiría gastarse los millones en algunos centrocampistas.

Fred y Marco Verratti serían las prioridades del portugués, pero el responsable del club, Ed Woodward, siente especial predilección por Bale. Cuando fue nobrado vicepresidente ya lo convirtió en la gran apuesta, y aunque el entonces futbolista del Tottenham acabó poniendo rumbo a LaLiga, el interés nunca se ha apagado.

El Real Madrid, bloqueado a la espera de cracks

La intención de Florentino Pérez era retocar la plantilla con algunos 'galácticos', pero sus planes han quedado aplazados hasta que encuentre nuevo entrenadorEsta no va a ser una misión sencilla, y tiene el agravante de que bloquea las llegadas de nuevos cracks. Hasta que el banquillo no tenga propietario, los fichajes están parados.

Esto supone también una congelación en el asunto de Gareth Bale, a la espera de saber si el nuevo técnico le dará el estatus que reclama de titular o preferirá venderle para hacer caja. La alternativa que ofrece el Manchester United es buena, pero habrá que ver como avanzan sus propios pulsos. Mourinho no es un adversario sencillo.