Acaba de empezar el mes de agosto y el mercado de fichajes se ha roto por completo con la llegada de Neymar al PSG. El Barça tiene los bolsillos llenos gracias a los 222 de su cláusula de rescisión y los clubs ya empiezan a temer que los catalanes puedan ir a por sus estrellas. Uno de ellos es el Real Madrid, que ya empieza a mirar de reojo al Camp Nou al no cerrar la renovación de Isco.

"Que estén tranquilos, me quedo. Estoy muy contento en el Madrid y espero estar aquí muchos años. De momento me resta un año, pero estamos cerca...", comentó el malagueño hace unos meses. El futbolista salía así al paso de los rumores que ya le situaban en la Ciudad Condal, pero desde que se pronunciara ni su equipo ni él mismo han vuelto a soltar palabra.

La llegada del internacional español al Barça cumpliría un viejo deseo de los azulgrana, que ya se interesaron por el centrocampista cuando este jugaba en el Málaga. Florentino se adelantó entonces, pero las dificultades que ha vivido el de Benalmádena para hacerse un hueco en el once y su reconocido barcelonismo podrían llevarle a plantearse un cambio de aires.

Una operación complicada

Aunque las posturas están cercanas para sellar la renovación, la falta de un acuerdo definitivo habría llevado al Barça a llamar a la puerta de Isco, al que habría prometido la titularidad desde su llegada, pudiendo ocupar tanto la plaza de Neymar como empezar a dar relevo a Andrés Iniesta.

El malagueño querría sentirse importante en el Santiago Bernabéu, y habría pedido minutos y un aumento de sueldo que los blancos todavía estudian con detenimiento. Lo que sería complicado es que Florentino Pérez accediera a negociar con su máximo rival, pero la cercanía del final de su contrato -que expira en 2018- plantearía un escenario en el que su precio sería menor o incluso podría esperar un año para vestirse de azulgrana. Habrá que esperar.