El FC Barcelona empezaba nuevo proyecto en la temporada 2017-18, y aunque los inicios fueron peligrosamente difíciles, ha saldado su primer curso con un doblete. La era de Ernesto Valverde ha arrancado con buen pie y un objetivo cada vez más claro, recuperar la gloria en Europa, por lo que el próximo verano será clave a la hora de preparar otro equipo campeón.

Entre las prioridades del mercado estival se han situado varios fichajes, aunque igual o más importantes serán las ventas. A nivel deportivo hace falta aligerar el vestuario para evitar conflictos y mejorar la plantilla, pero también a nivel económico supondría un empujón decisivo, tanto a la hora de financiar incorporaciones como a la hora de equilibrar la partida destinada a sueldos.

En este sentido, la operación salida azulgrana será un reto que debe cumplirse con más tino que en años anteriores, porque hay cierta obligación pero también una rendija que puede ser beneficiosa. Es cierto que la mayoría de los descartes se han devaluado por la falta de oportunidades, de brillo y ciertos sobreprecios pagados, pero también lo es que en un mercado dominado por la inflación ha llegado la hora de aprovechar.

Al Barça le toca vender a buen precio

Según las estadísticas que recoge la web especializada 'Transfermarkt', los transferibles del Barça ya están valorados en la mitad o menos de lo que un día se abonó por ellos, y la lista es larga entre confirmados y susceptibles de salir. Entre los Gomes, Denis, Alcácer o Vidal, Digne es el único que se salva, pero aunque está tasado en un millón menos de lo que costó, no se prevé que se marche.

Con el director ejecutivo Óscar Grau a la cabeza, en las oficinas culés habrá máxima actividad en los próximos meses para lograr un balance económico que convenza. Está claro que después de algunos años, hay fichajes que convencen más que otros, pero con el margen para los que han llegado, lo que debe marcar la diferencia es vender bien.

Si cada vez que levantan el teléfono para cerrar a sus objetivos los azulgrana escuchan exigencias de un montón de millones, hay que saber jugar los pulsos en dirección contraria, porque aunque no encajen en el Camp Nou, ninguno de los descartes anda escaso de calidad. En la Ciudad Condal ha llegado la hora, y esta vez no se puede volver a fallar.