Todo se dio durante las Navidades, y en la más estricta intimidad. Adama Traoré llegó a la ciudad de Barcelona para escuchar de primera mano la oferta del FC Barcelona y la propuesta deportiva a largo plazo que le pondría sobre la mesa su ex club. La operación venía trabajada a través de su agente, Jorge Mendes, pero el delantero y su familia querían testar de primera mano lo que pensaba el club de él.

Durante el encuentro, con algún miembro del entorno familiar de Adama también estuvo el presidente del club azulgrana Joan Laporta, quien convenció al futbolista para que regresara al Barça bajo unas condiciones muy favorables para la entidad. Incluso, dicho encuentro quedó inmortalizado con alguna fotografía, pero se guardó plena confidencialidad.

Fue avanzando la operación y el Barcelona decidió apretar la tecla en la última semana de mercado, cuando ya existía el convencimiento absoluto de que Ousmane Dembélé no iba a seguir en el club por la no renovación de su contrato, que vence el 30 de junio y cuando por consiguiente terminará marchándose con la carta de libertad bajo el brazo.

Todo estaba atado, calculado milimétricamente, por lo que la operación terminó por llevarse a cabo en apenas un par de días. A Traoré le han dejado claro que su apuesta no es solo de seis meses sino que se cuenta con él para el futuro. No hay extremos sobrantes en el mercado, y desde el seno de la entidad confían en que el jugador puede seguir creciendo en el Camp Nou.

Refuerzo ofensivo

Desde el principio Xavi Hernández fue claro en la necesidad de apuntalar el frente de ataque del equipo. La llegada de un extremo y un centro delantero eran peticiones expresas del técnico egarense de cara a la segunda vuelta de la actual temporada, donde están obligados a remontar los deficientes resultados del inicio para hacerse con un pase a la próxima edición de Champions League.