"Por fin ha llegado". Es la frase que se ha escuchado en boca de muchos seguidores azulgrana con el fichaje de Ousmane Dembélé, en un verano de salidas dolorosas y entradas necesarias pero llenas de incógnitas. No se deben despreciar las incorporaciones de Deulofeu, Semedo o Paulinho, pero con la del francés parece que el Barça por fin mira hacia arriba.

Y es que los complementos eran necesarios en la plantilla de Ernesto Valverde, y más tras la caída definitiva de Arda Turan o la perenne falta de adaptación de André Gomes, pero con los grandes de Europa reforzándose a lo grande, valga la redundancia, a los azulgrana les hacía falta dar un golpe -o dos- sobre la mesa.

Porque acostumbrados a ser un conjunto regular en las semifinales de Champions, dos tropiezos prematuros parecen demasiado, y más si el campeón acaba siendo el máximo rival. Que se acabe un ciclo en el Barça no debe ser motivo de tristeza, pero sí debe serlo de superación, de ambición y de trabajo.

A por más

Y la llegada de Ousmane Dembélé no debe ser un punto final, sino uno y seguido. Ya lo ha avisado el mismo Valverde en rueda de prensa: "Hasta que no se cierre el mercado tenemos margen, de incorporar y de que salgan jugadores. Hay que ajustar el equipo". No hay que ser muy hábil para leer entre líneas al extremeño y entender lo que pide.

Él es el primer beneficiado por el recién llegado, muy de su gusto y decisivo para las ayudas a Messi o Suárez, pero desde el primer día ha repetido el discurso de que si hay que competir con los mejores, hay que estar a la altura. El mercado de fichajes será el primer esfuerzo del curso, pero puede ser decisivo cuando se disputen los títulos.

Llegado el de Vernon, ahora falta Philippe Coutinho, y todavía quedan unos días para que se concrete su incorporación, como mínimo, y se le inscriba antes del cierre. Por fin se ha empezado a trabajar bien, ahora que no baje el ritmo.