José Mourinho ya había prometido este sábado sorpresas en la composición de banquillo para el fundamental choque ante el Nápoles este domingo. Tras haber cosechado cuatro derrotas en los últimos siete compromisos la Roma no podía fallar, por lo que el técnico no perdonó a algunos de los jugadores que disputaron el humillante 6-1 sufrido con el Bodo Glimt.

Cumplió su promesa. El portugués decidió mandar a la grada a Kumbulla, Reynolds, Diawara, Villar y Borja Mayoral, que habían salido todos de inicio en el desastroso viaje a Noruega. Por consiguiente, entre los suplentes aparecieron varios jóvenes (Zalewsky, Bove, Missori, Felix, Tripi), mientras que no hubo novedades en el once inicial (Rui Patrício; Karsdorp, Mancini, Ibáñez, Viña; Cristante, Veretout; Zaniolo, Pellegrini, Mkhitaryan; Abraham).

Esta fue una señal muy clara del ex técnico del Real Madrid, quien durante la rueda de prensa de esta sábado, lanzó un mensaje de gran respeto hacia a una directiva que, según su opinión, “heredó los errores de gente que se ríe con los bolsillos llenos”.

Gran descontento

Luego del compromiso, que definió "un gran partido con un resultado justo", Mourinho explicó así su gesto: "Son cosas de vestuarios, mensajes que se mandan tras actuaciones negativas, y es algo importante. Aquel partido se queda en mi historia y es difícil perdonarlos para mí, aunque intentaré recuperarlos".

Eso sí, el portugués volvió a dejar claro que no está contento con la mitad de su plantilla: "Los partidos contra Juve y Nápoles me dan la sensación que nuestro equipo de 11, 12, 13, 14 jugadores es bueno, y me gusta mucho".