Ousmane Dembélé podría convertirse en uno de los peores fichajes de la historia del Barça si su físico no deja de jugarle malas pasadas. El francés costó 105 millones de euros más otros 40 en variables, pero en tres años no ha demostrado valer tanto dinero. No se ha adaptado al FC Barcelona todavía y se ha lesionado mucho más de lo que debería.

Contra el Athletic volvió a caer lesionado una vez más por una rotura de fibras en el bíceps femoral izquierdo. Es la sexta que sufre desde que llegó al Camp Nou en el verano de 2017 y empieza a ser muy preocupante para el Barça. El futbolista tiene solo 22 años, pero su historial de lesiones es el de un jugador mucho mayor.

En los tres cursos que lleva en la Ciudad Condal, el galo se ha perdido 40 partidos en total. Con las cinco semanas que estará de baja ahora, llegará a los 44 encuentros con total seguridad. Esto significa que en el Barcelona solo hay un futbolista que se haya perdido más partidos que él, Rafinha Alcántara.

El hispano-brasileño se ha perdido 69 choques en el tiempo que han coincidido ambos futbolistas. Son bastantes encuentros más, pero también hay que tener en cuenta que el mediapunta se lesionó la temporada anterior. La lesión que sufrió fue de larga duración y tardó varios meses en recuperarse. Cuando Dembélé llegó al Barça, el canterano seguía de baja.

Dembélé se ha perdido más partidos que Bale

Gareth Bale es uno de los futbolistas más aquejados por los problemas físicos de LaLiga, pero en el tiempo en el que lleva el galo en España, el culé se ha perdido casi el doble de partidos que él. El de Cardiff se ha perdido 23 encuentros por problemas físicos desde septiembre de 2017, por los 40 que se ha perdido, de momento, Dembélé.

La comparación es curiosa y muy alarmante para el Barcelona y para el extremo francés. Si en el Barça Rafinha es el jugador más de cristal, en el Madrid siempre lo ha sido Bale. Que el ex del Dortmund se haya perdido 17 choques más que él dice muy poco de él y de su fragilidad física. Los azulgranas le han dado ya dos años para adaptarse, pero la paciencia se puede agotar si el delantero continúa sin mantener una cierta regularidad.