El FC Barcelona está metido de lleno en la lucha por Liga, Champions y Copa del Rey, en una campaña de lo más exigente en la que espera hacer pleno de títulos. El pasado verano, los catalanes apostaron por una plantilla completa, compensada y preparada para hacer frente a todos los retos de la temporada, aunque necesitaron aplicar un par de retoques en invierno que finalmente no han acabado cuajando.

Desde hace unos meses, muchos se preguntan por qué se fichó a Jeison Murillo y Kevin-Prince Boateng, que no han logrado ser importantes y ganarse un sitio en las alineaciones de Ernesto Valverde. Su participación se reduce a un par de partidos oficiales por cabeza -además de la Supercopa de Catalunya-, en los que el primero ha disputado 180 minutos y el segundo ha dejado su listón en 123.

En la Ciudad Condal ya sabían que las apuestas a medio curso entrañaban cierto riesgo, pero más lo tenía quedarse sin actuar. En el momento en el que se decidió que había que lanzarse a por el colombiano, Thomas Vermaelen y Samuel Umtiti estaban lesionados, lo que había dejado muy sola a la pareja Gerard Piqué-Clément Lenglet. El caso fue similar con el ghanés, ya que Luis Suárez estaba 'tocado' y Munir El Haddadi había puesto rumbo a Sevilla.

La intención era asumir que se traía un 'parche', para tratar de sacar ventaja y a la vez proteger a los jóvenes del filial. El primer objetivo, salvo que haya sorpresa en el camino hacia el final de la campaña, no se va a cumplir porque no han podido aportar su granito de arena, pero el segundo sí porque han asumido con naturalidad, veteranía y entereza las críticas que podrían hacer quemado la carrera de alguna de las promesas barcelonistas.

Era evidente que, dadas las circunstancias, Murillo y Boateng no venían a ser estrellas, sino a ayudar en la medida de lo posible. Dos jugadores con conocimiento de LaLiga que podían colaborar con un interesante "rendimiento inmediato", que finalmente se ha quedado en nada porque la dificultad para encajar en el exigente y peculiar estilo azulgrana ha sido un obstáculo demasiado grande.

Haciendo balance, ambos pasarán sin pena ni gloria por la historia del Barça, pero al menos no supondrán un contratiempo serio para la planificación ni para las arcas culés. Serán 1,2 millones de euros invertidos en la cesión del central y 1 'kilo' más para el atacante, con una cantidad asumible que no supone un esfuerzo mayúsculo contando el perfil que se buscaba. Además, no se convertirán en un inconveniente a largo plazo, un requisito que ya se tuvo en cuenta cuando se apostó por préstamos en vez de incorporaciones definitivas.

Murillo y Boateng abren hueco para los objetivos reales del Barça

Y es que, si hubieran logrado ser decisivos, el Barça se hubiera planteado el fichaje de Murillo y/o Boateng, pero como no lo han sido, no tiene problemas para centrarse en sus verdaderos objetivos. Era difícil reforzarse en invierno sin comprometer las opciones que se buscaban para el verano 2019, pero ahora, una vez vuelvan a sus clubes de origen, se podrán cerrar acuerdos por los de Ligt, Jovic, o Griezmann, perlas de presente y futuro que eran completamente inaccesibles en enero. La apuesta ha resultado fallida, pero también ha dejado algunas conclusiones positivas.