¿Se acuerdan de lo que hacían un domingo seis de diciembre de 2009? Probablemente no, ¿verdad? Pues un señor llamado Lionel Andrés Messi tomaba el cielo por asalto, o lo que es lo mismo, se hacía con su primer Balón de Oro. Esa edición no hubo discusión posible, "France Football" sabía desde hacía meses que el premio sería para el rosarino que lo reeditaría otras cuatro veces después.

Esa victoria se dio tras haber sido la pieza clave del primer año de Pep Guardiola en el banquillo del FC Barcelona. El de Santpedor levantó a un equipo en la UVI hasta convertirlo en triple campeón de todo (Liga, Copa y Champions). Todo gracias a un joven denominado "la pulga" que crecía hasta erigirse en el mejor del mundo.

Ese seis de diciembre de 2009 Leo acudió a París para coronarse como lo que era, el mejor. Le acompañó su familia y el club, con representación de Joan Laporta y Albert Perrin, presidente y directivo azulgranas por aquel entonces. El diez no se lo creía pero era cierto: Ya estaba en el cielo.

Ni Maradona ni Mesías, sólo un jugador de fútbol

"Este es un premio para todos, deseo que tanto los aficionados del Barça como todos los argentinos sientan este premio como algo suyo", comenzó diciendo un hombre que tanto tiene de bueno como de humilde. "Espero merecerlo otra vez, querrá decir que todo va bien para el Barça", sostuvo el genio antes de sumar otros cuatro para su palmarés (2010. 2011, 2012 y 2015).

 Pero lo mejor de su alegato fue el final, lo que demuestra en esencia quién es Lionel y porqué cae tan bien a todo el mundo. "Ni soy Maradona ni un Mesías, solo un jugador de fútbol", más humilde imposible. Después de siete años seguirá pensando lo mismo, pero el barcelonismo no. Después de tomar el cielo por asalto allí sigue instalado, guiando a los suyos hacia más victorias. Felicidades, Leo.