Leo Messi y Antonella Rocuzzo constituyeron una de las grandes atracciones de la ceremonia de entrega de los FIFA The Best, especialmente antes de que se entregaran los premios en el London Palladium de la capital inglesa.

Ataviados de negro con un traje y un vestido discretos pero muy elegantes, el jugador del FC Barcelona y su esposa se mostraron sonrientes en todo momento no sólo ante las cámaras y los fotógrafos, sino también a la hora de firmar autógrafos y durante la gala, riéndose con las continuas bromas del presentador Idris Elba y, sobre todo, con el 'show' que llevaron a cabo Ronaldo Nazário y Diego Armando Maradona en el escenario.

No se separaron ni un momento, y durante los momentos de pausa y el concierto de 'Kasabian' conversaron animadamente entre ellos y con el resto de asistentes que tenían a su alrededor. Leo Messi no pudo ganar el premio a Mejor Jugador, pero probablemente el futbolista ya lo intuía de antemano y el hecho de acudir a la gala sin esa presión le ayudó a disfrutar más junto a su esposa, Antonella.

Messi y Antonella, un tándem perfecto

Desde hace ya muchos años, Antonella representa uno de los focos que dan estabilidad y felicidad al astro argentino del FC Barcelona. Messi es una persona muy familiar y, tras haber encontrado a la persona con quien desea compartir el resto de su vida y formar una familia propia -algo que ya ha hecho-, es normal que su felicidad se traduzca también sobre los terrenos de juego.

Leo Messi lleva años maravillando sobre el césped, seguramente más con el FC Barcelona que con la selección de Argentina, y Antonella ha sido siempre un pilar que le ha ayudado a superar todos los obstáculos que se le han ido apareciendo durante el camino.

Lesiones, rendimiento irregular en alguna fase de la temporada, preocupaciones, inseguridades... Todo ha sido superado gracias al hecho de poder compartir los problemas y hablarlos con su pareja. Leo Messi se ha hecho más fuerte mentalmente, ha madurado en todos los sentidos y desde hace años es un futbolista capaz de ofrecer un rendimiento majestuoso de manera regular. Ahora, sólo queda pedir que dure el amor.