El Camp Nou intentó consolarle coreando su nombre a pleno pulmón, pero los males de Leo Messi este domingo no tenían remedio posible. El argentino fue uno de los artífices de la goleada del FC Barcelona contra el Deportivo de la Coruña, pero inexplicablemente su recital no tuvo premio: Acabó desesperado y sin marcar.

Junto a un excelso Andrés Iniesta, el de Rosario se erigió en director de operaciones contra una defensa que dejaba muchos huecos. Tuvo varias en los primeros minutos, pero después de mandar alguna fuera y toparse con Rubén Martínez en las otras, decidió que lo mejor era un regalo para Luis Suárez. El uruguayo sólo tuvo que empujarla.

Iba a empezar entonces una noche maldita, en la que hubo ocasiones para todos los gustos y lo único que faltó fue una celebración personal del '10'. Porque tras devolver el favor el uruguayo, Messi disparó, superó al guardameta y su remate se estrelló en el travesaño. Poco después, una arrancada del delantero acabó con un latigazo a la cepa del poste y en el rechace estuvo hábil Paulinho, de los pocos que sacó provecho en una noche con demasiados palos.

Gafado

Porque no iba a ser el último del Barça ni tampoco de su estrella. Ya en la segunda mitad, el argentino continuó con el gafe. Primero envió un lanzamiento de falta a la madera y poco más tarde Rubén adivinó por donde tiraría su penalti, quedándose la gloria para el y negándole un respiro a uno de sus rivales, de los pocos a los que logró detener.

Incluso lo probó con un intento directo en un saque de esquina, y aunque sus compañeros intentaron ayudarle, lo que no acababa fuera iba a la espalda de un defensa, o al cuerpo del cancerbero. Lleva 18 goles en lo que va de temporada, pero casi los mismos se quedaron en los palos, 14. Esta no era su noche.