Ousmane Dembélé completó contra la Juventus de Turín uno de sus partidos más completos desde que viste la camiseta del FC Barcelona. De hecho, para algunos fue su mejor noche como azulgrana, ya que combinó sus mejores virtudes con una toma de decisiones magnífica, algo que no suele hacer casi nunca. Además, coronó su partidazo con un gran gol, a pesar de que contó con la colaboración de Federico Chiesa.

En resumen, el francés estuvo soberbio en el Juventus Stadium y demostró que puede ser todo lo que siempre se dijo que podía llegar a ser. Para los aficionados de la Ligue 1 y de la Bundesliga, el galo fue en su día la mayor promesa del fútbol francés, incluso por encima del joven Kylian Mbappé que despuntó en el Mónaco. Ousmane era más desequilibrante, más mágico y más divertido de ver, algo que cautivó a muchos.

Pero el internacional 'bleu' llegó al Barça y encadenó una lesión tras otra desde su primera campaña. Prácticamente desde entonces no ha logrado mantenerse sano durante varios meses seguidos, algo que ha lastrado claramente su rendimiento y su imagen. Muchos han dejado de confiar en este veloz extremo que hace no tanto maravilló a media Francia y media Alemania. Pero puede que Ousmane haya vuelto y todavía esté a tiempo de llegar a ser lo que un día prometió.

Su partidazo en Turín es una gran muestra de que todavía hay esperanza con él, ya que a sus 23 años todavía le quedan los mejores años de su carrera por delante. Si por fin consigue dejar atrás sus insoportables problemas físicos y logra tener la regularidad que le ha faltado hasta el momento, puede que el Barcelona acabe ganando a uno de los mejores futbolistas de los próximos diez años.

Debe dar un paso al frente para llegar a su máximo potencial

Porque no hay que olvidar que el 'Mosquito' apuntaba a ser uno de los mejores en 2017, cuando se fue de la Bundesliga y aterrizó en LaLiga. Ese es el techo real del francés, que para llegar a él va a tener que luchar mucho y madurar profesionalmente y futbolísticamente. Hay que recordar que las lesiones no han sido el único enemigo del de Vernon, que también ha pecado de falta de profesionalidad y de una desesperante irregularidad en su juego.

El delantero es capaz de lo mejor y de lo peor en un campo de fútbol. A nadie le sorprende verle perder tres balones seguidos, y tampoco verle marcharse de tres rivales con una eléctrica conducción. Ese fútbol de barrio tiene que evolucionar hasta lo que se vio de él en Turín. Contra la Juve encaró, se divirtió, marcó y, además, jugó con más inteligencia que nunca. Apenas cometió pérdidas, sus pases fueron con sentido y sus regates fueron útiles en todo momento. Eso es lo que se le pide al bueno de Ousmane, que debe dar un paso al frente esta campaña para alcanzar su máximo potencial.