"Cuando la niebla se haya disipado y todos coreen tu nombre, volveremos a ser los de antes", le comentó Adrian a Rocky Balboa después de perder su combate contra Mr. T. Treinta y cinco años después de la mítica película, le toca a otro guerrero, en este caso a Luis Suárez, disipar la niebla para volver a ser el de antes en las filas del FC Barcelona.

Cierto es que tan sólo lleva tres goles en esta temporada. Cierto es que no está mostrando su mejor versión a nivel físico. Cierto es que le hemos visto fallar goles en las últimas semanas que no le habíamos visto fallar nunca. Pero también es cierto que lleva 160 dianas en poco más de tres temporadas y que, pese a su bache, no ha dejado de pelear ni un solo balón.

Luis Suárez no es de los que baja la cabeza o se esconde cuando las cosas no le salen. Tampoco de los que cesan en su empeño de seguir apuntando a la portería rival hasta perforarla. Más bien es de los que no deja de luchar pese a ser consciente de que su pólvora está mojada, y de los primeros en correr para presionar pese a las molestias provocadas por el quiste de su rodilla derecha.

A Suárez no se le ha olvidado marcar

La pregunta clave sobre la situación de Luis Suárez es: si jugando infiltrado sigue generando ocasiones y oliendo la sangre pese a no bebérsela, ¿qué puede suceder cuando recupere el tono físico, le operen o no de sus problemas en la rodilla?

Recordemos que en su primera temporada como azulgrana también acusó un problema de falta de acierto de cara a puerta. A nadie se le olvida jugar al fútbol ni mucho menos marcar goles y el uruguayo sobre esto sabe un rato. Luis Suárez no es un problema, es la solución. Y volverá. O, tal vez, nunca se haya ido.