Si hay alguien que simplificó lo que pensaban todos los culés al ver a su equpo zozobrar ante el Real Betis ese fue, sin duda alguna, Gerard Piqué. El zaguero del FC Barcelona veía impotente como los suyos salían sin tensión a un duelo donde debían sacar sí o sí los tres puntos.

Polémicas arbitrales a parte, el Barça se vio superado en el primer tiempo y en inicios del segundo por una avalancha ofensiva del Betis que no supo frenar. Sólo tras los cambios y el verse perdiendo hicieron a los de Luis Enrique tomarse en serio un partido al que entraron demasiado tarde.

Y ante todo esto, Gerard Piqué se encontraba achicando agua del navío a la deriva. Pedía más atención a sus compañeros en los fallos que estaban teniendo en la salida de la pelota y arengaba desde atrás como un capitán sin brazalete.

Gerard Piqué espoleó a sus compañeros

Todo ello acabó crispando al propio Gerard, que con los brazos abiertos exigía una y otra vez más a los suyos. El defensor buscó espolear a sus compañeros de todas las maneras posibles y al final vio como todo ello servía para algo.