A veces ángel, otras veces demonios pero siempre Marc-André ter Stegen. El cancerbero azulgrana volvió a mostrar su peor cara en el segundo tiempo del Barça ante el Celta y cuando los de Luis Enrique tenían en su mano la remontada ante los gallegos. Después de encajar tres goles en diez minutos durante la primera parte, los azulgranas firmaron dos tantos que hicieron soñar a la parroquia.

Sin embargo, Ter Stegen tuvo un error en un pase puntual que aprovechó Pablo Hernández de cabeza. El sudamericano fue el más listo y firmó el cuarto tanto de los locales ante la impotencia del cancerbero alemán. Quizás equivocándose en el concepto, al repetir pase al mismo lado izquierdo en lugar de enviarlo a la derecha, el guardameta pagaba, casi, los errores colectivos.

Ter Stegen elevaba el balón para tratar de combinar con Jordi Alba pero Pablo Hernández remató con la cabeza y el esférico, tras rebotar en el palo, acababa entrando en la portería. La remontada del Barça parecía imposible y todos los ojos miraban a Marc-André por un fallo, sí, pero puntual que no puede esconder las vergüenzas de un equipo que no salió centrado en el primer tiempo.

Por tanto, y a pesar que diversos medios cargarán de buen seguro contra el meta y le pondrán en la picota como causante de la pérdida del partido, cabe analizarlo fríamente y no echarle más culpas de las que tiene. Poco pudo hacer, por ejemplo, en los goles anteriores de Sisto, Aspas o Mathieu en propia que llegaron precedidos de dos fallos de Busquets y otro de Arda Turan.