Después de ganar la Supercopa de Europa en un verano en el que se convirtió en aspirante a todo, el Atlético de Madrid se está alejando peligrosamente del primer título del curso, LaLigaEl empate contra el Valencia ya no parece tan meritorio, porque a la sufrida victoria contra el Rayo Vallecano le acompañó una derrota incontestable contra el Celta de Vigo y un susto importantísimo contra el Eibar. El empate sabe a mucho pero debería saber a menos, porque este equipo debe exigirse más.

Aunque eran los locales los que mandaban de inicio, el primer aviso fue visitante, con un balón duro y cruzado que José Ángel envió al travesaño. La respuesta no tardó en llegar, los 'colchoneros' acumularon peligro y ocasiones y empezó a destacarse Marko Dmitrovic. El portero estaba especialmente inspirado, y si los suyos tuvieron opciones de triunfo, fue en gran parte por su culpa.

Con todo, a medida que se acercó el descanso el guion cambió, y los madrileños fueron perdiendo una frescura que ganaron los guipuzcoanos. Con más comodidad y más balón pasaron menos apuros, y se tomaron un respiro que acabó siendo definitivo para resistir las ofensivas rivales.

Dmitrovic salva al Eibar, y Borja Garcés al Atlético

La reanudación arrancó con estampida atlética, pero de nuevo volvió a imponerse un Dmitrovic insuperable. Se agrandaba el serbio ante cualquier acometida rojiblanca, y la desesperación dejó, una vez más, en la portería de Jan Oblak. Anaitz Arbilla volvió a advertir con otro balón al larguero, desde la frontal del área y con un veneno que por poco no lo llevó a la red.

El cancerbero de Subotica seguía a lo suyo y los del Cholo Simeone se volcaron, tanto que por poco acaban lamentándolo. Trenzó una jugada el Eibar que acabó en el flanco izquierdo, donde Pablo de Blasis puso un centro al área pequeña. Ni Diego Godín ni Oblak acertaron a despejar, y el que logró imponer sus piernas fue Sergi Enrich. El menorquín remacho a pocos minutos de cumplirse el tiempo reglamentario, lo que hacía presagiar desgracia en un Wanda Metropolitano que estaba muy nervioso.

Finalmente tuvo que ser Borja Garcés el encargado de batir a Dmitrovic, con una jugada desesperada cuando ya se agotaba el tiempo en el cronómetro. El joven de 19 respondió a un centro raso de Ángel Correa que Antoine Griezmann intentó reventar pero apenas tocó, y que llegó a los pies del canterano para colocar su disparo en las redes. Al final, estalló el estadio por un punto que sabe a mucho, pero que no debería saber a tanto.