El césped alto del Villamarín no ayudaba al juego del FC Barcelona pero menos lo hacía un ambiente claramente contrario a los intereses azulgranas. De buen seguro que ni Luis Enrique ni sus hombres se esperaban un estadio rival donde la afición parecía que se estuviera jugando el descenso y que esos tres puntos dependiesen de ello, cosa que no era cierta. Pero a pesar de ello, la hinchada local le hizo la vida imposible a los culés.

Así pues, la afición de Betis la tomó con todo que olía a azulgrana, sobre todo con dos ex sevillistas y con el cabeza de turco de esta temporada en casi todos los campos de las Españas, Gerard Piqué. El catalán se llevó grandes pitos e insultos, acompañados de cánticos a favor de España, cosa que el zaguero ya ha dejado bastante claro que no le afecta.

Daniel Alves e Ivan Rakitic, como buenos ex sevillistas que son, no se libraron del ambiente agresivo de una afición que vitoreó todo lo que iba en contra de los intereses azulgranas y trató de poner nervioso a un Mateu Lahoz que acabó expulsando a Westermann en el minuto 34, lo que provocó la indignación del público.

Por el contrario de todo ello, el único jugador del Barça que fue bien recibido por la afición local fue Andrés Iniesta. El capitán manchego siempre es muy querido en todos los estadios de Primera División, salvo San Mamés, y el Villamarín no fue una excepción. Le dedicaron una ovación cuando sonó su nombre en parte por su tanto en el Mundial de Sudáfrica 2010 que dio la Copa del Mundo a España.