La suya es una historia que puede cambiar de signo en apenas unos días, pero hoy por hoy se puede decir que Ousmane Dembélé pasa por un gran momento en el FC Barcelona. El francés ha empezado a entender las exigencias deportivas, está puliendo sus despistes fuera del campo y se ha ganado el cariño de la afición, aunque este fin de semana se reencontrará con uno de sus episodios más oscuros.

El domingo de Reyes devolverá al galo al escenario de la dolorosa lesión que arruinó su primera campaña como azulgrana, el Coliseum Alfonso Pérez de Getafe. No se había llegado a la media hora de juego cuando trató de salvar un balón que se marchaba por la línea de banda y acabó con un disgusto mayúsculo. Un problema muscular que, como él mismo reveló, condicionó su rendimiento el resto del curso.

El resultado es de sobras conocido, una rotura del bíceps femoral de su pierna izquierda que le obligó a pasar por el quirófano y a estar cerca de cuatro meses de baja. Y ese no fue el único contratiempo, porque tras su reaparición, otra rotura fibrilar añadió otro mes en el dique seco. Todo se complicaba día a día, porque ni se adaptaba en lo personal, ni lograba justificar la inversión en el que entonces era el fichaje más caro de la historia del club.

Ousmane dejó más penas que alegrías en su primera temporada, aunque por lo menos, quedó la esperanza de un rendimiento ascendente. Ha costado verle sonreír sobre el terreno de juego, pero los culés ya le aplauden por sus méritos y por una integración que poco a poco va dando frutos. Ya se ve algo de ese gran jugador que todos señalan que puede ser si se compromete a responder a las expectativas.

Dembélé llega a Getafe cambiado por completo

Y es que más allá de los 10 goles y 5 asistencias que ha aportado en su segundo año en la Ciudad Condal, lo que se impone son las grandes sensaciones de un futbolista que tiene cualidades para ser una estrella si le pone cabeza, una gran noticia en un equipo que empieza a preparar su relevo generacional. Los mejores cracks de toda su historia empiezan a decir adiós, y abren la puerta a los que están por venir.

A sus 21 años, Dembélé querrá dejar atrás en Getafe un capítulo amargo de su historia, que tendrá altos y bajos pero debe ser recordada por los éxitos. Su aportación, dadas las circunstancias, fue limitada al doblete del Barça el pasado año, y tras decidir la Supercopa de España, el de Vernon quiere colaborar en la conquista de Liga, Champions y Copa del Rey. Ahora sí que está en el buen camino.