La temporada 2019-20 no ha empezado bien para el FC Barcelona, que está sufriendo en la pelea por LaLiga y por la Champions. El equipo es capaz de lo mejor y de lo peor y no acaba de encontrar equilibrio, lo que sumado a una pretemporada demasiado agitada y a una plaga de lesiones le está complicando a la hora de sacar adelante los partidos. Ante las dudas que no acaban de despejarse, podría haber una solución válida para todos los males.

Aunque por momentos recupera la fluidez y voracidad de un proyecto campeón, el conjunto catalán está atascado, es frágil atrás y se muestra espeso delante, algo que no sólo es culpa de sus habituales bajas. Los desajustes tácticos están costando goles en contra y no se puede depender únicamente de las charlas al descanso y las sustituciones, que en más de un encuentro ya han servido para cambiar la cara y el rendimiento.

Tanto a nivel colectivo como individual, un cambio de sistema podría ser la salvación, y en concreto el 4-2-3-1 parece ideal. Ernesto Valverde ya demostró en su primera campaña con un 4-4-2 flexible que no es necesario atarse al 4-3-3 clásico de los azulgrana, porque el estilo y 'ADN' barcelonistas se acercan más en una mentalidad ofensiva y una idea de juego -dominio a través de la posesión- que a una formación en concreto.

El duelo contra el Inter de Milán explica en varios aspectos porqué este ajuste puede ser clave, ya que se vio tras la incorporación de Arturo Vidal. El chileno entró por un agotado Sergio Busquets y en apenas unos minutos cambió las sensaciones de los suyos, que sufrieron mucho menos en defensa y empezaron a olvidarse de su agarrotamiento en ataque, algo en lo que, claro está, también influyó el desgaste de los italianos.

El perfil de jugadores que integran el vestuario convierte esta apuesta en una respuesta muy prometedora. Dos pivotes con calidad en la gestión del balón y capacidad de sacrificio -este miércoles Arthur y De Jong- dan más fluidez a la sala de máquinas, también más solidez al abarcar más terreno y dejan la media punta para decidir si el once es ultra ofensivo, más conservador o mixto -el de San Joaquín, por ejemplo es un trabajador incansable, lo que le permite brillar tanto arriba como abajo-.

El cambio en la medular no altera demasiado la propuesta culé, pero sí potencia sus virtudes y esconde sus carencias. El dibujo es igualmente reconocible, con extremos, un delantero centro y la renovada media punta, que puede corresponder a 'peloteros' como Leo Messi y Antoine Griezmann o a llegadores más físicos como el mencionado Vidal o los hoy marginados Ivan Rakitic y Carles Aleñá. Por lo demás, no hay tantas diferencias, porque la zaga estaría más arropada y los carrileros podrían seguir en acción, aunque se necesitaría más sacrificio de los atacantes en la presión.

Nombre por nombre, el 4-2-3-1 también funciona

En el análisis individual, el 4-2-3-1 también supera la prueba, y podría suponer un alivio para más de un crack. Referencias como Leo Messi o Luis Suárez conservarían su posición habitual, y se mantendría el hueco para los Dembélé, Ansu Fati o Carles Pérez, incluso deseos como un Neymar que ya no necesitaría sentar a ninguna estrella en el banquillo si regresara siempre y cuando, eso sí, todos mantuvieran la responsabilidad en el repliegue, porque de lo contrario se cometerían los errores que hoy están partiendo al equipo en dos.

Esta elección tiene muchos números para despejar la incógnita de Griezmann, y quizá también la de Philippe Coutinho. Ni el francés es delantero centro o extremo ni el carioca es centrocampista o jugador de banda, algo que demuestran sus trayectorias en el Atlético de Madrid y el Bayern de Múnich. Ambos se sienten mucho más cómodos con un nueve a su lado, que podría ser el de Salto o el heredero al que tanto buscan en el Camp Nou. Por lo demás, tanto el '7' como el '17' poseen calidad en el pase y un disparo privilegiado, que explotarían mejor en una zona central por la que también suele caer el '10'.

La condición indispensable para este sistema también es la movilidad, aquella que hizo grande al Barça de Pep Guardiola y volvió locos a tantos rivales. Si los puntas se mueven es más difícil fijar las marcas, se abren más huecos y hay más espacio para filtrar, lo que ofrecería también soluciones para las suplencias del uruguayo, que no tiene un sustituto como tal. Sobre el papel, hay muchos beneficios que podrían obtenerse, así que quizá, después de varias pistas, habría que atreverse a hacer algunas pruebas. La lucha por los títulos puede depender de ello.