Además de dar lecciones a otros y de presumir de cosas de las que luego carece, a Sergio Ramos se le da muy bien vivir al límite de la reglamentación. Al límite por decir algo, dado que sus acciones sobre los terrenos de juego en LaLiga 2016-2017 sobrepasan esos márgenes igual que el pasado domingo.

Después de la expulsión de Gareth Bale frente a la UD Las Palmas, el central merengue se lanzaba dentro de su propia área para atajar, con una palomita espectacular, un chut de David Simón. El penalti fue claro pero Fernández Borbalán tuvo que esperar a su linier, el único en verlo de los jueces, para señalarlo.

Sin embargo, y a pesar de que el defensor evitó claramente un gol con sus extremidades, el colegiado no expulsó al central como tocaría. A cualquier otro futbolista de la competición doméstica le habría costado abandonar el encuentro antes de tiempo, sin embargo al central madridista no.

Sergio Ramos, un central que no sabe defender

De hecho el sevillano cuenta con una barra libre espectacular por parte de los árbitros en España que no es normal. Un central que a cada partido que juega demuestra que no es el central del que tanto se ha hablado en los últimos años, pues en defensa carece de conceptos básicos que cualquier zaguero está obligado a tener. 

Y para compensarlo, el defensa emplea artimañas de todo tipo para no verse retratado. Desde faltas clamorosas a penaltis y manos, muchas manos dentro del área del Real Madrid que muy pocos se atreven a señalar. Y los que lo hacen, no acatan la ley y le muestran la cartulina colorada correspondiente.