Desde Noruega hablaban maravillas de él, llegando incluso a debutar con la selección absoluta del país con poco más de catorce años y llamando la atención de múltiples equipos grandes de toda Europa. La decisión de a qué equipo ir, tanto por su padre como por él mismo, fue casi un casting propio de algún programa televisivo y casposo que desde hace años bombardea nuestra televisión.

Al jugador lo trataban como estrella y él se lo creyó. Se pasó varios meses visitando las canteras de más de diez equipos alrededor de toda Europa hasta decidirse por la del Real Madrid. A la capital llegó con un súper contrato, superior incluso a algún futbolista del primer equipo, y con la exigencia de entrenarse siempre con el A.

Todo ello acabó explotando la pasada temporada donde Odegaard fue un auténtico fantasma en pena en la Segunda División B con el Real Madrid Castilla. Media temporada para olvidar y desde Madrid ya se hablaba que tras adaptarse al fútbol y la categoría ésta sería su campaña… Y esta sería realmente la campaña en la que se estrellaría en sus pretensiones.

Después de completar una temporada nefasta, Ramis no contó con él para las dos eliminatorias que disputaron en el playoff de ascenso a la Segunda División. Una auténtica decepción para la entidad blanca que ya le busca salida para la próxima temporada. En el club blanco no quieren ya ni oír hablar de él mientras que el noruego amenaza con ponerse exquisito a la hora de elegir club de destino… Es lo que tiene ir de estrella y acabar estrellado, que es muy difícil de digerir.