La temporada 2018-19 está resultando muy complicada para el Real Madrid, víctima de una mala planificación y metido en una auténtica montaña rusa. En la capital, donde nunca flaquea una moral que empuja a no rendirse nunca, un día quieren ganar el triplete y al otro se dan de bruces con la realidad, algo que ha vuelto a suceder en un domingo en el que toca hacer valoraciones.

El equipo de Santiago Solari, que venía lanzado tras un mes de buenas sensaciones y mejores resultados, se ha pegado un batacazo contra el Girona. Todas las luces se han apagado de golpe en el Santiago Bernabéu y han vuelto las sombras, porque, como suele pasar en los grandes, a las victorias se acostumbran pero las derrotas siempre son dolorosísimas.

El saber hacer que muchos apreciaban del argentino no ha tapado sus carencias, que siguen siendo las mismas pese a que siempre se alaben los aciertos. El de Rosario esquiva los temas calientes en ruedas de prensa y lanza pullas a diestro y siniestro, pero tiene dificultades a la hora de estabilizar a un conjunto capaz de lo mejor y de lo peor, en el que no hay término medio.

Y pese a que las críticas se comieron a Julen Lopetegui y una mala racha le costó la destitución, lo cierto es que su Madrid estaba mejor en LaLiga, en la que fue cesado con 7 puntos de desventaja con un FC Barcelona líder que ahora se han convertido en 9. Quedan 14 jornadas y puede pasar de todo, pero a pesar de que los culés tengan que visitar el Sánchez Pizjuán y el propio Bernabéu en breve, las dudas ahora también visten la camiseta 'merengue'.

En el Madrid falta autocrítica

Está claro que siempre hay esperanza si las matemáticas lo dictan, pero con el margen de error cada vez más reducido, lo peor en la casa blanca es que falta autocrítica. Muchos echaron balones fuera aunque la plantilla diseñada por Florentino Pérez no era ideal, y prefirieron buscar excusas en el entrenador, en la marcha de Cristiano Ronaldo o en varios temas que, sin ser mentiras, no son los únicos culpables.

El propio Solari insiste partido tras partido que no tiene problemas con Isco, Marcelo o Gareth Bale, que su equipo juego bien y que, como repitieron Zinedine Zidane y Julen Lopetegui, "todo va perfecto". Los rivales también pinchan pero los perjudicados siempre son los madridistas, que deberán aceptar sus propios errores antes de volver a pensar en grande. Y si no, como aplicó con éxito el marsellés, tocará centrarse sólo en las eliminatorias.