No puede decirse que el FC Barcelona empezara demasiado enchufado el partido contra el Liverpool, o al menos al mismo nivel de intensidad que los 'reds' durante el primer cuarto de hora de juego. Divock Origi aprovechó un error de Jordi Alba a los siete minutos para anotar el primer gol, y 'The Kop' jaleó a los suyos para que buscaran incesantemente la portería de Ter Stegen.

Así fue, con los de Klopp marchándose arriba y generando peligro con Sadio Mané, Shaqiri y compañía. Con el paso de los minutos, sin embargo, el FC Barcelona logró recomponerse y fue ganando terreno y posesión en el centro del campo. Poco a poco, los culés aumentaron el ritmo y se fueron entonando a medida que combinaban en todas las líneas, de la defensa al centro del campo y de ahí al ataque.

De hecho, la posición adelantada del Liverpool permitió al Barcelona disponer de algunos contragolpes peligrosos. Coutinho, Leo Messi -en varias ocasiones- y Jordi Alba pudieron empatar el partido antes del descanso, pero Alisson se mantuvo firme y a los blaugrana les faltó algo de puntería y determinación a la hora de definir.

Las oportunidades visitantes, eso sí, sirvieron de aviso para el Liverpool y dejaron claro a los 'reds' que, cuanto más arriba se fuesen para intentar remontar la eliminatoria, más peligro correrían de encajar un gol del FC Barcelona.

Con Leo Messi, Luis Suárez y compañía en el campo, la misión del FC Barcelona estaba clara: aguantar al máximo las acometidas ofensivas del Liverpool y salir rápido al contragolpe. Un plan estratégico que normalmente es el que le practican a los culés en el Camp Nou, pero que en Anfield era necesario para dar un golpe definitivo a la eliminatoria.

Prueba de resistencia para el FC Barcelona

Precisamente el segundo tiempo empezó así, con el Liverpool atacando -Van Dijk protagonizó un disparo repelido por la defensa culé- y con el Barcelona saliendo rápido para atacar, con Jordi Alba como una bala por la banda izquierda. Después de lo sucedido en el primer tiempo, y de la entereza mostrada por el Barça a medida que pasaron los minutos, comenzar el segundo acto al máximo nivel de intensidad era básico para el Barça. Valverde lo sabía, y así se lo transmitió a los suyos... Pero el segundo tiempo también fue una tortura.