El FC Barcelona ganó en la última jornada de LaLiga Santander contra la Real Sociedad gracias a un solitario gol de Philippe Coutinho. Sin embargo, poco importaba el resultado. Andrés Iniesta era el gran protagonista del encuentro, que sería su último oficial como jugador del equipo azulgrana, y así se pudo ver en las gradas. 

El capitán del FC Barcelona partió en el once inicial y recibió el cariño de la afición, que le preparó un mosaico para conmemorar su gran carrera como jugador del equipo culé. Además, se desplegó un gran tifo a los ocho minutos de juego y se le dedicaron cánticos durante todo el partido, en el que pudo deleitar con sus últimos detalles de clase con la azulgrana puesta.

Su presencia en el campo se alargó hasta los 82 minutos de juego, momento en el que fue sustituido por Paco Alcácer. Andrés Iniesta vio el cartelón con su dorsal que indicaba que su carrera como futbolista del FC Barcelona había llegado a su fin. Fue entonces cuando el Camp Nou se vino abajo y le dedicó la más grande ovación.

El capitán azulgrana procedió a quitarse el brazalete de capitán para entregárselo a Leo Messi antes de darle un cálido abrazo. Tras el astro argentino, pasaron todos sus compañeros presentes en el terreno de juego. Saludó a los futbolistas y se dirigió a la banda, donde ya le esperaba Alcácer para despedirle y entrar al terreno de juego.

Iniesta, emocionado en el banquillo

Andrés Iniesta se dirigió al banquillo para sentarse tras el cambio mientras escuchaba a la afición del Camp Nou que, pese a que el centrocampista manchego ya no estaba en el terreno de juego, no paró de cantar hasta el final del partido. La hinchada coreó su nombre y solamente se pausó para aplaudir a Xabi Prieto, jugador de la Real Sociedad que se retirará a final de temporada.

Tras el cambio del capitán txuri-urdin, la afición siguió coreando a su capitán. Andrés Iniesta lo contemplaba todo emocionado desde el banquillo, siendo consciente de la admiración que la afición siente por él. El manchego apenas podía contener las lágrimas al escuchar que la gente se dejaba la voz para despedirle.